tEl célebre fotógrafo neoyorquino Joel Meyerowitz tenía 28 años cuando viajó a Málaga en 1966. Estaba en un viaje por carretera por Europa, 20.000 millas y 10 países, pero en Andalucía encontró algo parecido a la autenticidad que había estado buscando. El amigo de un amigo le presentó a los músicos flamencos del barrio gitano y estuvo seis meses fotografiando y observando sus vidas. La familia Escalona, cuyos miembros se muestran aquí, podría rastrear su linaje musical hasta Antonio Escalona, cuya guitarra había inspirado al poeta revolucionario Federico García Lorca.
Cuando Meyerowitz llegó a Málaga, la ciudad había vivido bajo la dictadura del general Franco durante casi 30 años. El flamenco tenía una posición ambigua en una sociedad dominada por la Iglesia y el Estado. Fue permitido como símbolo del nacionalismo español –una barrera natural al rock’n’roll subversivo– pero llevaba consigo tradiciones de rebelión y libertad. Acaba de inaugurarse en el Museo Picasso de Málaga una nueva exposición de cuadros de Meyerowitz de esa época.
Muchas de las imágenes, como ésta, son celebraciones del uso pionero de la película en color por parte de Meyerowitz en una época en la que casi toda la fotografía callejera seria utilizaba el blanco y negro. La intensidad de la vida en Málaga parecía exigir ese cambio; implicó una nueva forma de mirar que encontró interés en cada rincón del encuadre. Las cuatro figuras aquí, respaldadas por las paredes de dos tonos, son un buen ejemplo: cada una podría ser un estudio de carácter singular: el anciano con medio ojo en la botella de vino; la joven comienza a responder al antiguo ritmo de baile de palmas y guitarra. El compromiso con el color requería el ojo de un pintor, sugirió Meyerowitz, ahora de 86 años, y podría lograrse para capturar no sólo un punto focal del drama, sino todo un campo de visión; Una Forma de Vida.
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