Cuando Carlos Amores era un chaval, circulaba con sus amigos en bici por barrios colindantes al suyo. «Cuando se nos pinchaba una rueda íbamos al taller de Paco, nos la arreglaba y nunca nos cobraba». Siendo adulto y cineasta, Carlos pinchó por primera vez una rueda del coche y acudió de nuevo a Paco porque, dice, recordaba «su rapidez y humildad». Pero algo surgió: «No pude evitar observar su forma de trabajar, su dedicación y su autenticidad». Había una historia allí, en ese local regentado y habitado desde hace más de 40 años por ese hombre. Y tiempo después, esa historia tiene título, El oficio, y forma, la de cortometraje dirigido por Amores y Alba Fortes, que acaba de ganar el Premio MálagaCrea y que ha sido presentado en la sección Panorama Andaluz del Festival de Sevilla.
Alba Fortes / A.F./C.A.
El oficio, entendido como una dedicación exclusiva, casi artesanal, es un concepto que se va devaluando en nuestra sociedad, en la que priman los medios tecnológicos y ese tipo de dedicaciones más, digamos, manuales. ¿Es El oficio una reivindicación del oficio? «Queremos transmitir el orgullo de que siga existiendo. La tecnología está claro que devalúa muchas cosas, a la vez que mejora muchas otras pero nosotros lo aceptamos así. Lo que hacemos más bien es homenajear esa artesanía y transmitir la idea de que el oficio no se puede perder nunca si se lleva dentro, si se ha dedicado toda una vida a ello», responde Fortes.
Circunstancias También, de alguna manera, El oficio manifiesta la importancia de contar historias y presentar a personas, incluso cuando las circunstancias no son las más boyantes: el equipo del cortometraje estaba formado por sólo cuatro miembros (además del protagonista, el propio Paco, que es mecánico, no actor profesional) y con un presupuesto inexistente, recabado en parte gracias a una campaña de crowdfunding. «Con poco también se puede hacer algo que llegue al espectador», nos dice la también productora. Y tanto que llega: además del premio en el MálagaCrea y la selección en el Festival de Sevilla, el Kursaal de San Sebastián y el MISFE de Majadahonda han confiado en la pieza.
Carlos Amores / A.F./C.A.
A ello contribuye el hecho de que todo lo que aparece en El oficio es real; se puede palpar la autenticidad de lo que se cuenta (por cierto, exclusivamente a través de imágenes en blanco y negro; no hay diálogos, sólo una voz en off, la del filósofo recientemente fallecido Antonio Escohotado). Vemos a Paco, único trajador de un clásico taller, y cómo tiene una carta guardada en el cajón; una misiva que cambiará su vida, poniendo en marcha una cuenta atrás que le obligará a abandonar el taller. Ése es el punto de partida, real, del cortometraje. «En una de nuestras visitas al taller, hablando con Paco, nos dijo que lo iban a expropiar porque van a construir otra cosa allí, algo que nos inspiró a contar su historia aún con más fuerza. Todo lo que aparece en el cortometraje es real, ya que él no es actor y las escenas se llevaron a cabo con pocas indicaciones para obtener la mayor naturalidad en las imágenes», desvela Carlos.
Por supuesto, Paco, la persona, el mecánico, ha visto El oficio. «No le resultó raro verse en una pantalla haciendo lo que hace todos los días; en las partes más actuadas, por así decirlo, aquellas en las que no está desempeñando su labor, sí se sorprendía más. Nos dijo que ha disfrutado mucho la experiencia y que no la olvidará», declara Alba Fortes.
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