«Nosotros queremos estar en Sevilla / sentados en el parque / Glorieta de los lotos, oliendo a flores / Sí, sí, queremos estar / ¡Ay, qué rollo!, ¡ay qué rollo!, no nos dejan», cantaba Smash en 1970. Seis años más tarde, España seguía siendo un rollo, pero con el dictador ya muerto, las autoridades comenzaron a levantar un poco la mano, lo que fue aprovechado por la población más joven para conquistar espacios de libertad. Uno de esos jóvenes era el sevillano Luis Clemente que, inspirado por esa canción de Smash, puso en marcha en 1976 ‘Glorieta de los lotos’, un programa de radio en el que repasaba la historia del rock español centrándose en tres ciudades clave: Madrid, Barcelona y Sevilla.
«En las grandes ciudades estaban los medios de comunicación, pero Sevilla tuvo un carácter particular, no solo por el flamenco sino por el germen underground que hubo aquí», explica Clemente, crítico musical especializado en flamenco al que la vida fue llevando por otros caminos, pero que siempre tuvo claro que ese programa de radio debía convertirse en un libro. Mañana presenta el resultado, el pantagruélico ‘Rock Progresivo Español’, en el Contenedor Cultural de la UMA, a partir de las 19.00 horas, con un extraordinario apéndice: la actuación de uno de los protagonistas, Gualberto, miembro de los tremendos Smash.
«Poco a poco fui dejando el periodismo porque quería escuchar música no obligado por la actualidad sino por gusto. Entonces me di cuenta de que lo que más escuchaba era música de los 70, así que, después de publicar cinco libros sobre flamenco, decidí recuperar ese proyecto de 1976». Casi medio siglo después de ser concebido, acaba de ver la luz Rock progresivo español, un libro de más de trescientas páginas y cientos de imágenes que recopila los elepés y singles más representativos de ese género musical desde finales de 1960 a 1979, entre los que se encuentran trabajos de Vainica Doble, Pau Riba, Agamenón, Pan y Regaliz o Aguaviva. 8 años de trabajo, más de 1.500 discos comentados… Desde luego, estamos ante el volumen definitivo de una época tan desconocida como interesante, una guía de escucha de tesoros ocultos.
«El libro empieza en 1966 porque es el año en el que nace una nueva forma de hacer música. Ese pop que se consolida en los 60, va poco a poco alimentándose de otras músicas. Todo eso da lugar a la música de los 70, que fue una década muy rica, en la que se establecieron las directrices de las futuras músicas», explica Clemente, que destaca cómo, a partir de entonces, la música experimentó un cambio con todo lo anterior.
«Hacia el año 1969 se empiezan a sacar los pies del plato musical. Entre ese año y 1971 es cuando se desarrolla el progresivo puro que después comienza a expandirse cogiendo de aquí y de allá, hasta derivar en el rock sinfónico, en el folk y hasta el punk. En todo caso y más allá de definiciones, lo que he intentado hacer en el libro es meter aquella música no comercial que tuviera un espíritu transgresor», comenta Clemente.
Si bien el autor ha sido laxo a la hora de comenzar el repaso a la música progresiva española al incluir algunos años de la década anterior para contextualizar la escena musical, lo cierto es que ha sido muy estricto a la hora de ponerle fin. «El libro acaba en 1979. No quise hacer un capitulo explicando que la cosa seguía, incluso cuando esa renuncia provocaba que se quedasen fuera algunos de mis discos favoritos, como el primero de Tabletom o el disco de Silvio y Luzbel, que son de 1980. Al final he hecho un libro de discos, no de discografías, ni de biografías, ni de alineaciones», concluye Clemente.
No, no están Tabletom pero sí que está presente Málaga en las páginas de ‘Rock Progresivo Español’. Por supuesto, aparecen las discografías de los fundamentales Los Íberos y Los Gritos, «los dos grandes nombres de la Málaga de los 60».
¿Curiosidades boqueronas? Bastantes. Está Larry Wald, «que se le escapó a Javier Ojeda en su libro [Una historia del pop malagueño, 1960-2009]», que facturaba un soul de querencia psicodélica; también el folk-rock inmaculado de José y Manuel, que después se juntarían José María Guzmán y Rodrigo García para formar Solera, o diversas referencias del sello Musimar, una pequeña discográfica de la Costa del Sol en activo entre los años 1973-1979, que sacó singles como el de Los Grecos de Campillos, entre el flamenco, el rock y el garage psicodélico. Por no hablar de un singular artefacto: «En Málaga salió un álbum de cromos sobre 100 discos de progresivo español. Se agotó muy pronto», dice Clemente. Curiosamente, el sevillano empezó a escribir ‘Rock Progresivo Español’, el ‘álbum de cromos definitivo’ del género, en Málaga, donde vivió cerca de tres años.
Se trata del proyecto de toda una vida, en el que su autor ha invertido tiempo, conocimientos, esfuerzo y dinero. Además de escribirlo y maquetarlo, el periodista se ha encargado de costear la producción e incluso de venderlo. De hecho, la única forma de conseguirlo es contactando con él a través del siguiente correo electrónico clementegavilan@hotmail.com. O acudiendo mañana a la cita del Contenedor Cultural de la UMA.