“WNo podemos seguir así. Solo somos 30 médicos en total y más de 20.000 inmigrantes llegaron a la isla en 2024. Es un desastre y será cada vez peor”. Ana Torres es médica en el único hospital de El Hierro. Hoy está especialmente desconsolada, porque la más pequeña y remota de las Islas Canarias, reserva de la biosfera de la Unesco desde 2000 y famosa por haber alcanzado la autosuficiencia energética, tiene que hacer frente ahora a una nueva emergencia: la de los refugiados y los inmigrantes.
- Un médico de urgencias habla con un paciente que llegó en mal estado en los días previos tras un largo viaje por mar, al único hospital de la isla: el Nuestra Señora de los Reyes de Valverde
El Hierro –políticamente europea pero geográficamente en África– se ha convertido en la Lampedusa del Atlántico, la nueva puerta de entrada a la UE para quienes llegan de África. “Me encanta mi trabajo”, continúa Torres, que trabaja aquí desde 2010 y tiene familia en Gran Canaria, “pero es frustrante saber que no puedes hacerlo bien. Este flujo constante de migrantes ocupa buena parte de nuestro tiempo en detrimento de las necesidades de los ciudadanos de la isla, por lo que necesitamos otro hospital rápidamente”.
- En San Andrés se encuentra el CATE, Centro Móvil de Atención Temporal de Extranjeros, gestionado por la policía nacional y cofinanciado por la UE.
Cientos de migrantes y refugiados desembarcan casi todos los días, después de peligrosos viajes que pueden durar hasta 10 días entre las olas y el viento del Atlántico. Llegan en pequeñas embarcaciones de madera o fibra de vidrio, zarpan de puertos de Mauritania, Senegal y Gambia.
- En el sentido de las agujas del reloj, desde arriba a la izquierda: los inmigrantes que llegaron en barco a la isla de El Hierro desde la costa africana son llevados por la policía a un centro de refugiados en el norte de la isla de Tenerife; a bordo del ferry a Tenerife; un grupo de migrantes de Mali, Senegal y Gambia caminan hasta las piscinas naturales de La Maceta; En Valverde cuatro personas a las afueras de un centro de refugiados
Al principio eran sólo hombres. Ahora también llegan mujeres y niños, y como cuenta Sofía Hernández, responsable del Centro Coordinador de Salvamento en Las Palmas, “también hay una jerarquía en el fenómeno de la migración porque si los marroquíes llegan en las pateras más grandes, son los sub- Saharauis que abarrotan las embarcaciones más pequeñas y peligrosas”.
- Arriba: en el puerto de La Restinga, trabajadores mueven un barco que transporta personas procedentes de África y ahora destinadas a ser destruidas. Izquierda: embarcaciones amontonadas en los terrenos de la empresa Condaca Canarias SL, listas para ser destruidas y eliminadas
El punto de desembarco más frecuente en El Hierro es el extremo sur de La Restinga, donde los barcos son amontonados cada día en el puerto y luego destruidos. Sebastián Florido trabaja aquí, en la grúa del astillero. “Hoy llegaron tres barcos”, relata en un día ventoso de diciembre de 2024, “y había casi 100 personas a bordo en total, incluidos cinco cadáveres. Pero recuerdo bien que en marzo de este año llegaron 1.100 personas en un solo día, entre ellas también sirios, bengalíes y paquistaníes”.
- Omar Kebbeh, gambiano de 18 años, desembarcó en la isla el 26 de agosto de 2023 a bordo de un barco junto con otras 125 personas, tras un viaje que partió de Senegal y duró seis días. Hoy Omar ha sido adoptado por una familia de la isla y el adolescente, que quiere ser electricista, quisiera quedarse
“Las cifras aumentan año tras año y, desgraciadamente, también los naufragios mortales”, afirma Francis Mendoza, voluntario local de defensa civil junto a otros 62 conciudadanos de El Hierro. “La migración a estas latitudes aumentó enormemente después de la epidemia de Covid-19, cuando el aumento de los controles fronterizos en el Mediterráneo reactivó la ruta canaria y modificó el equilibrio migratorio”. Sólo para dar una idea, el año pasado hubo alrededor de 47.000 inmigrantes procedentes de la costa occidental de África con destino a Canarias (un aumento del 18% respecto al año anterior) y casi la mitad de ellos desembarcaron en El Hierro, donde los controles son menos estrictos.
- Mustafa Ndiaye, a la derecha, y su amigo Karim, ambos de 16 años y natural de Senegal, en la localidad de Valverde. Están alojados desde hace unos tres meses en el centro de acogida de menores de Valverde
El viaje es muy arriesgado, puede haber fallas en el motor o escasez de alimentos y agua. “Los que llegan vivos suelen tener gripes graves, deshidratación, hipotermia”, afirma Inmaculada Mora Peces, médica de urgencias del hospital de El Hierro. “Muchos beben agua de mar y se vuelven locos, por eso los atan o, en el peor de los casos, los dejan morir en el mar, mientras que otros tienen el llamado pie de trinchera, un problema que se presentó en el pasado en las guerras de trincheras y que se debe en este caso a la presencia persistente de los pies en el fondo del barco, durante días y días, entre agua salada, diésel y orina”.
- Una carretera cruza el valle norte de El Golfo, una gran depresión semicircular particularmente fértil que alberga las plantaciones de plátanos y piñas más grandes de la isla.
Hace diez años, El Hierro ocupaba los titulares de otra manera: la isla volcánica de 20 kilómetros de ancho, una superficie total de 268 kilómetros cuadrados y habitada por 11.000 personas (muchas de ellas antiguos emigrantes que han regresado de Venezuela). – decidió empezar a producir energía limpia a través de fuentes renovables como el agua y el viento, logrando la independencia energética durante al menos la mitad del año y evitando el equivalente a 18.000 toneladas de CO2 emisiones cada año.
Fue un éxito mundial y todo el mundo hablaba de ello. ‘“En la isla puedes recargar tu coche eléctrico gratis y en un par de años por fin empezaremos a utilizar energía solar”, afirma Cristina Morales Clavijo de la central eléctrica de Gorona del Viento.
- Arriba: en las afueras de Valverde se levantan los cinco aerogeneradores que forman parte de la central eólica-hidráulica de El Hierro, un proyecto que contribuye a que la isla sea autosuficiente energéticamente durante al menos la mitad del año
En la antigüedad, El Hierro era considerada la frontera del mundo conocido, la frontera de los valientes navegantes que desafiaron el Atlántico. Hoy, la isla se ha convertido una vez más en una frontera importante, una frontera codiciada por inmigrantes y refugiados africanos. Y así, la emergencia de los desembarcos se ha convertido en los últimos años en un fenómeno dramático que afecta a todo el archipiélago canario y para el que nadie (Frontex, Policía Nacional, Cruz Roja, Defensa Civil, ONG) tiene una solución.
- Músicos tradicionales acompañan a la estatua de la Sagrada Familia durante la procesión en el pequeño pueblo de Tiñor, al sur de Valverde
Una, sin embargo, la sugiere Omar Kebbeh, de Gambia, de 18 años, que aterrizó en El Hierro la mañana del 26 de agosto de 2023 y permaneció en la isla. Sentado en un bar de Frontera, vestido con la camiseta del Barcelona y tras una charla con algunos amigos de su edad, dice: “Occidente debe al mismo tiempo ofrecer formación y trabajo a los que llegan pero también convencer a otros africanos de que no se vayan. . Hay que ayudar realmente a África, se necesitan inversiones serias y políticas de desarrollo reales; de lo contrario, la migración nunca terminará”.