Repudiado en casa por cientos de miles de israelíes, procesado en sus tribunales nacionales y en el punto de mira de la justicia internacional por presuntos crímenes contra la humanidad en Gaza, Binyamín Netanyahu ha encontrado este miércoles en el Congreso de Estados Unidos el calor que le niega esa parte considerable del mundo que quiere verlo entre rejas. Nueve meses después del inicio de la devastadora guerra en la Franja, el líder israelí ha podido comprobar entre aplausos cerrados y ovaciones en pie cómo la clase dirigente de Estados Unidos sigue dispuesta a mantener el paraguas de impunidad que ha permitir a Israel hacer y deshacer a su antojo en los territorios ocupados palestinos. Un respaldo incondicional que, no obstante, empieza a mostrar fisuras, como demostró el boicot a su discurso de decenas de legisladores, particularmente demócratas, que se ausentaron en señal de repulsa hacia su liderazgo.
Los desplantes son significativos. Ilustran cómo el respaldo bipartidista hacia Israel en EEUU está tocado. Con un Partido Republicano incondicionalmente entregado a Netanyahu y el etnonacionalismo expansionista que abandera, y un Partido Demócrata incómodo y dividido por la brutalidad de sus tropas en Gaza o los desplantes que el líder derechista israelí ha dedicado al presidente Joe Biden, pese a su infinita generosidad de estos meses. Pesos pesados del partido optaron por ausentarse, dejando sus escaños vacíos. Desde la candidata y vicepresidenta Kamala Harris, que debía haber presidido el discurso, a Nancy Pelosi o Dick Durbin, el número dos de los demócratas en el Senado. También el referente de la facción progresista, Bernie Sanders. “Es la primera vez en la historia estadounidense que se concede semejante honor a un criminal de guerra”, dijo el senador judío.
Pero sus objeciones no cuestionan las políticas de Estado israelíes, como la ocupación, la colonización o el apartheid, condenadas por los tribunales internacionales, sino el liderazgo de Netanyahu y los abusos de sus tropas en Gaza. Factores que sugieren que nada cambiará sustancialmente en un futuro cercano. Y ante las dos cámaras del Congreso, Netanyahu se esforzó por vender la premisa de Israel como “aliado indispensable de EEUU”, su vanguardia en “la lucha de la civilización contra la barbarie”, encarnada según su cosmovisión por Irán y su miríada de aliados, como Hamás o Hizbulá. “Cuando luchamos contra Irán, luchamos contra el enemigo más radical y asesino de EEUU”, declaró. “No solo nos estamos protegiendo a nosotros mismos, os estamos protegiendo a vosotros”, añadió ante la ovación en pie del grueso de los legisladores.
Acusaciones contra la Corte Penal InternacionalNetanyahu cargó contra el fiscal de la Corte Penal Internacional, el mismo que ha solicitado una orden de arresto contra él y su ministro de Defensa, así como contra tres capitostes de Hamás por la masacre del 7 de octubre. Le acusó de mentir “vergonzosamente” al afirmar que Israel está matando de hambre deliberadamente a la población de Gaza. Incluso llegó a decir que en la Franja, donde han muerto ya casi 40.000 palestinos, sus tropas “prácticamente no han matado a ningún civil”.
El líder del Likud sabe que sin el apoyo de EEUU la justicia internacional apenas tiene dientes. O el rechazo que genera en buena parte de la clase política de EEUU, que no admite límites impuestos desde el exterior a las acciones fuera de sus fronteras. “Si las manos de Israel acaban atándose, América será la siguiente”, dijo el mandatario israelí. Consciente de que muchos en su país le acusan de poner en peligro el sacrosanto apoyo bipartidista a Israel en Washington, Netantyahu se deshizo esta vez en agradecimientos hacia Biden. “Su apoyo en la hora más oscura, nunca será olvidado”, dijo con esa retórica churchilliana que tanto le gusta. No en vano, con su cuarta comparecencia ante las dos cámaras del Congreso, superó a Winston Churchill como el líder foráneo más veces homenajeado en el Capitolio.
«Idiotas útiles de Irán»Pero también tuvo palabras de elogio para Donald Trump por haber fraguado los Acuerdos de Abraham con varios países árabes durante su presidencia. Un contrapunto que debió escocer entre algunos demócratas, que le acusan de interferir reiteradamente en la política interna del país y alinearse con los conservadores. No en vano, en 2015, la última vez que fue agasajado en el Capitolio acudió invitado por los republicanos para denunciar el acuerdo nuclear alcanzado por Barack Obama con Irán, que sirvió temporalmente para la distensión entre ambos países. Unos pocos republicanos tampoco acudieron a su discurso, incluido J.D. Vance, el candidato a vicepresidente de Trump. En total más de 30 legisladores de ambos partidos, según el cómputo previo de NBC News.
Fuera del Capitolio, miles de personas protestaron el recibimiento a Netanyahu pidiendo su arresto en los tribunales internacionales y portando pancartas que lo describían como un «criminal de guerra» o denunciaban el «genocidio en Gaza». Horas antes habían hecho lo propio dos centenares de judíos estadounidenses bajo la cúpula del Congreso, que acabaron siendo arrestados y evacuados del edificio. Netanyahu dijo que esas protestas, así como las que han tomado las calles de distintas capitales y universidades alrededor del mundo en los últimos meses, están siendo financiadas por Irán. Y a todos aquellos que se han manifestado contra la guerra en curso, los describió como «idiotas útiles de Irán»..