Los ensayos son es el principio de todo. Ahora ha empezado lo bueno. Nosotros hemos hecho la adaptación del cuento de Miguel Delibes y es el público el que tiene que decir qué es lo que funciona de esta propuesta en la que hemos venido trabajando. Los espectadores van a poder disfrutar de las conexiones que establece esta historia entre el ayer y el hoy.
Me atrajo la historia, la de un hombre clavado en lo rural, pero cuya peripecia apunta hacia la modernidad. Luego también me atrajo el personaje que es capaz de responder a las preguntas más importantes de la vida con una sencillez pasmosa ¿Qué fue lo que le atrajo de este espectáculo?
Sin lugar a dudas, la historia, la de un hombre clavado en lo rural, pero cuya peripecia apunta hacia la modernidad. Habla de las guerras, de todas las guerras, del enfrentamiento entre unos y otros con el objetivo de alcanzar la aniquilación del contrario, del que no es como yo. Luego también me atrajo el personaje que es capaz de responder a las preguntas más importantes de la vida con una sencillez pasmosa. Se trata de un hombre de una sensibilidad magnífica que no deja de ser algo poético dado que, verdaderamente, es hipersensible. Va inhibiéndose de todo hasta el punto de que en un momento sólo se preocupa de si es o no cornudo.
Se le ve más por el teatro que por el cine. ¿Se rompió el amor?
He comprendido que el cine ya no es mi sitio o quizá haya sido el cine el que me ha empujado a salir. No sé quién está equivocado y eso ahora da igual. En todo caso decidí que el teatro es el lugar que jamás me va a traicionar. Y esto es así gracias a las producciones privadas: porque son más pequeñas y, por tanto, más fieles al teatro.
Pero Pentación, la compañía detrás de Las guerras de nuestros antepasados, es grande…
Claro, pero ya sabe a qué me estoy refiriendo. Hablo de los grandes gestores, de esos que te dicen qué tienes que contar. Mire, Emi Ekai y yo montamos A vueltas con Lorca porque nos dio la gana. Es un espectáculo que hemos ido moviendo por todo el país y quitando telarañas a la auténtica vocación.
¿Cómo entiende un argentino como Tolcachir a Miguel Delibes?
Tolcachir llegó al final al proyecto. Trabajamos con la versión de Galán y trabajamos como pudimos. Cuando entró Tolcachir tenía que entender la obra, entenderme a mí y entendernos a nosotros [a él y a Miguel Hermoso, su compañero de montaje]. Lo que hizo fue que algunas cosas de las que habla Delibes se eleven a la categoría de debate. Esta obra es muy española. Sucede, sin embargo, que los españoles a veces somos los que tenemos más dificultades en explicar según qué cosas. Tolcachir lo ha logrado de una manera muy sencilla y muy abierta.
El objetivo de esta historia es dejar claro que todo el ayer se sustenta en el hoy. En este sentido, Miguel Delibes es universal Esta obra, entonces, no solo va de las guerras.
Eso es. El objetivo de esta historia es dejar claro que todo el ayer se sustenta en el hoy. En este sentido, Miguel Delibes es universal. Todos estamos tocados por la historia de Pacífico Pérez, por mi personaje. Todos estamos concernidos por lo que contamos sobre la escena. Lo que viene a decir la obra es que mata más la competitividad.
Por cierto, parece que van a tardar en llegar a Madrid con la gira.
Estoy convencido de que va a apasionar más fuera de la capital que allí. Quiero escribir sobre la recepción en Valladolid, en mi tierra… todos tenemos alguna raíz en lo rural. La ciudad, sin embargo, no se siente tan vinculada a esta historia que presentamos.
Un argentino adaptando un texto castellanísimo de DelibesEl actor, dramaturgo, profesor de artes escénicas y director Claudio Tolcachir (Buenos Aires, Argentina, 1975) está contento con Las guerra de nuestros antepasados. «Conocía a Miguel Delibes, aunque no tan profundamente como ahora. Cuando me llaman para el proyecto era uno con Carmelo Gómez. La verdad es que por ninguna razón me hubiera perdido el privilegio de trabajar con Carmelo Gómez. Después se sumó Miguel Hermoso, que lo conocía y con el que me encantó trabajar. Muchas veces hago las obras por con quién voy a trabajar», nos cuenta. ¿Qué le atrajo al argentino de un texto tan castellano como el de Delibes? Responde: «Fuimos muy conscientes durante los ensayos de esa distancia que podía haber entre determinadas cosas muy españolas conmigo y fue interesante porque el hecho de que los actores y el resto del equipo procurasen abrirme la historia a mí mismo nos ayudó mucho a poder contar esta historia tal y como lo hemos hecho. Fuera de eso, yo entiendo la violencia familiar, entiendo la violencia de los pueblos, entiendo las herencias,. Puedo no saber exactamente ese pueblo, esa palabra, pero creo que lo que hace inmensa la obra es que es universal. Lo que pasa en La guerra de nuestros antepasados no es sólo español: es profundamente humano».