El vallisoletano Alberto Velasco saltó a la fama al interpretar al funcionario de prisiones Antonio Palacios en la serie Vis a vis. Sin embargo, hace gala –y con razón– de un desempeño profesional polifacético. Pues más allá de la interpretación –recientemente ha aparecido en By Ana Millán–, cuenta con una dilatada trayectoria como director, tanto en el audiovisual como en el mundo teatral, y es esta la que le trae a Málaga como encargado del montaje Atra Bilis, de Laila Ripoll. Se trata de una obra en la que cuatro ancianas llenas de rencor y amargura se reúnen en el velatorio del esposo de una de ellas. El ambiente es propicio para la conversación y surgen los recuerdos, los desamores, los secretos y los odios ocultos, que abren la caja de los truenos…
¿Cómo llega usted a dirigir a este texto?
Al salir de la Escuela de Arte Dramático de Valladolid, me topé con una compañía de teatro amateur de Palencia que lo representó y lo cierto es que aluciné; con el montaje, sí, pero, sobre todo, con la construcción del texto en sí. Posteriormente, otra compañía me propuso que lo dirigiera y así lo hice. De aquello hacen ya doce años. Así que se puede decir que es un texto que me tiene totalmente enganchado.
¿Qué tiene de especial?
Que es mágico. Es un texto lleno de aristas y, en lo particular, muy cercano a mi identidad como creador. Tiene frases que me conectan con mi pasado castellano, con mi familia, con dinámicas de relaciones que todos hemos vivido… Y, todo ello, con un sentido del humor muy negro.
De hecho, en esta obra se habla sobre todo de cuestiones que hilan con el concepto de identidad, algo sobre lo que usted ha trabajado mucho a lo largo de su carrera, incluso impartiendo talleres dirigidos a profesionales de la escena.
Sí. Es algo sobre lo que llevo reflexionando desde hace mucho tiempo… Porque hay muchas maneras distintas de sentirte de tu tierra, pero creo que en muchos casos hemos perdido nuestros lazos con ella, con la madre, esas cosas que nos unen como pueblo, y creo que es el momento de recuperar esos vínculos.
Un momento de la función. L. O.
¿Y se puede hacer a través de la creación artística?
Yo creo que el arte es la única manera de hacerlo, porque es el ámbito donde uno se encuentra y se reencuentra, donde se crean espacios de cuidado y de sensibilidad común. No sé si llamarlo identidad cultural, pero hay estímulos y patrones que te conectan con el pasado. En mi caso, suena un tambor, una dulzaina y unas cucharas y de repente… algo sucede en mi interior.
Volviendo propiamente a Atra Bilis, ¿qué nos puede decir de las actrices que dirige?
Las cuatro (Nuria González, Paloma García-Consuegra, Nur Olabarría y Celia Morán) aportan humanidad a esta obra. Yo a los personajes me los imaginaba muy farsescos, pero ellas ha conseguido dotarles de una humanidad que emociona.
En su dirección, ¿se respeta el texto original?
Totalmente. De hecho, su autora, Laila Ripoll, está muy emocionada con este montaje. Representarlo profesionalmente era una espinita que tenía clavada desde hace años, y, como he dicho, yo también tenía muchas ganas de hacer exactamente este texto (así como algo de comedia clásica, ya que mi trabajo de creación ha ido más enfocado hacia las nuevas tendencias). Para mí este montaje ha supuesto un reencuentro con las ganas de hacer teatro, y la culpa es del texto de Laila y, como te decía, de unas actrices que te devuelven el personaje mil veces mejor de lo que tú habías imaginado.
Esta producción de Atra Bilis, ¿dista mucho de otras puestas en escena de este mismo texto?
Pues mire, su propia autora hizo una representación en 2001 y, en ella, todos los intérpretes eran hombres. Invertir el género de los personajes es, seguramente, el principal cambio. Aunque nuestro montaje es mucho más luminoso y más onírico.