El 18 de septiembre de 1995 la forma de hacer televisión en España cambió para siempre. Nadie vio venir que Esta noche cruzamos el Mississippi supondría un antes y un después para el «prime time», y que junto a Crónicas Marcianas, protagonizarían la primera guerra librada en la pequeña pantalla ante millones de espectadores que cada noche se debatían entre Telecinco o Antena 3. El enfrentamiento por liderar la audiencia de David Broncano y Pablo Motos no es nada nuevo, porque ya lo hicieron hace casi tres décadas Pepe Navarro y Xavier Sardá.
¿El resultado? Noches con un share disparado (más del 40% en alguna ocasión), una desbandada a la competencia, entrevistas en las que se cuestionaron todos los límites de la ética periodística y dos soldados caídos: Navarro y Sardá, que años después siguen declinando hablar sobre este tema. Este último ha atendido «in extremis» a El Periódico de España, y aunque se ha negado a rememorar y comentar anécdotas del formato que le llevó a lo más alto de la fama, ha aprovechado la ocasión para dedicar unas palabras a los conductores de La Revuelta y El Hormiguero: «Les deseo toda la suerte del mundo y que les vaya genial». Por su parte, Navarro, no ha respondido a la invitación de participar en este reportaje.
Cuando Telecinco apostó por él para hacer Esta noche cruzamos el Mississippi , España era otra y sus necesidades también lo eran, y él supo entenderlas. De repente, todo aquello para lo que no había hueco en otras cadenas encontraron su sitio: el humor más descarado, la crónica social y personajes que en cualquier otra época hubieran estado censurados sin ningún tipo de tapujo, pero que aquí eran bienvenidos. Nacieron estrellas como La Veneno; Santiago Urrialde; Florentino Fernández, «Flo», quien encarnó a Lucas Grijánder y Crispín Klander; Sonia Monroy o Carlos Iglesias, el alter ego de Terelu. Todas ellos cruzaron el Mississippi y ya no hubo vuelta atrás: llegaron a los hogares españoles para quedarse.
Poco a poco, lo que nació como un programa de entretenimiento gamberro, con líneas no muy definidas, pero que batía récord de audiencia (llegó a registrar un 40% de share diario durante la última temporada) se fue desdibujando. El punto de inflexión lo marcó el caso de las niñas de Alcásser, el suceso que conmocionó al país y que cada noche se retransmitía en directo desde el plató. Tanto fue así, que Fernando García, padre de una de las asesinadas y el periodista Juan Ignacio Blanco señalaron a políticos y empresarios y los acusaron de pertenecer a una red de producción de vídeos snuff implicada en el crimen. Esto fue objeto de denuncia por parte de los damnificados, lo que llevo a Pepe Navarro a pagar la indemnización correspondiente y reconoció por escrito los daños ocasionados.
Pepe Navarro junto a Cristina La Veneno, durante uno de los programas de «Esta noche cruzamos el Mississippi» / INSTAGRAM
La llegada del rivalEn pleno apogeo del éxito, éste comenzó a estudiar su salida de Telecinco. El destino era el más temido era su principal competidor: Antena 3. Ésta llevaba años buscando algún rival que destronase a Navarro, pero no había forma. Lo intentaron con José Coronado y La noche prohibida y José Manuel Lorenzo y el Efecto F. Esfuerzo en valde porque nada funcionaba, así decidieron ir a por el original. Tras duras negociaciones, Pepe Navarro dijo sí: hizo las maletas y se fue a la cadena de enfrente. Ante lo que Telecinco se puso manos a la obra. La tarea no era sencilla, ¿quién podía sustituir la estela de Navarro? Y lo más importante: ¿quién podía declararle una guerra abierta?
La respuesta fue Xavier Sardá, que lo puso fácil porque ya formaba parte de la parrilla con el programa Moros y cristianos, un formato que nada tenía que ver con que le iban a encargar, porque carecía de sentido alguno, pero que parecía convencer a la audiencia. Así que lo único que tenía que hacer era darle forma. Así nació Crónicas marcianas, que se estrenó el 8 de septiembre de 1997 a las 23:00 horas. Llegó una semana antes y con media hora de antelación que su principal rival, el nuevo formato de Navarro en Antena 3, al que llamó La sonrisa del pelícano.
Xavier Sardá con algunos de los colaboradores de «Crónicas marcianas» / TELECINCO
Destronar al rey no fue tarea sencilla. Pero Xardá lo consiguió. Solo le bastaron dos meses para arrebatarle a la audiencia. ¿Cómo lo hizo? Enfrentándose a él sin ningún tipo de miramiento. Si Navarro hacía un reportaje en su programa sobre algún tema en concreto, Xardá le contestaba con burla. Su éxito fue tan sencillo como no huir del campo de batalla y desconcertar al rival. La noche en cuestión fue la del 1 de octubre de 1997, donde el tema central en ambos programas fue el caso Arny, en el que varios conocidos televisivos estaban acusados de corrupción de menores. La audiencia lo eligió a él con un 22,6%, frente al 22,5% que hizo La sonrisa del pelícano.
A partir de ahí nada fue igual. Navarro optó por darle un giro al formato y centrarse en los sucesos, tanto que se convirtió en un programa de crónica negra, y tuvo que tirar de antiguas caras conocidas como La Veneno. Así que el 1 de diciembre y para sorpresa del público que le vio crecer hasta lo más alto, el que fuera el gran rey , se vio obligado a echar el cierre, y ese fue el último día que se emitió La sonrisa del pelícano. Los siguientes cuatro años vieron varios intentos de Antena 3 por recuperar el formato late night pero Sardá se mantuvo como único líder durante ocho años con noches del 35% de share. El último programa de Crónicas marcianas se emitió el 21 de julio de 2005, y no murió de éxito, sino de agotamiento por parte de sus protagonistas.
Pablo Motos y Broncano / Atresmedia / RTVE
¿Hay una nueva guerra?La irrupción de La Ravuelta de David Broncano ha hecho que muchos se pregunten si estamos ante una nueva guerra para hacerse con el mando de la televisión. «Aunque la batalla puede ser comparable, no creo que haya muchas similitudes. Sardá y Navarro luchaban en el late night; Motos y Broncano en el access», explica a El Periódico de España, Esther Mucientes, crítica de El Mundo. Para ella la clave de la diferencia está precisamente en esta cuestión horaria, «el late night no es una franja importante ni para los anunciantes ni para los datos de audiencia de una cadena, más allá de conseguir alguna décima más que otra. Sin embargo, el access prime time, en parte debido a El Hormiguero, es una franja crucial porque afecta directamente a la más golosa, que es la que viene justo después, y que es la que más espectadores congrega», apunta.
Para Borja Terán, especialista de 20 minutos, tampoco tiene cabida una comparación, por el hecho de que los protagonistas son antagónicos, «Sardá venía de hacer una radio muy correcta, mientras que Navarro hacía puro show, y éste último tensó mucho la cuerda. Tanto que el miedo de las altas esferas de que publicase ciertos vídeos o hablase de algunos temas incomodaba, y esto provocó su despido sin que le diera tiempo a librar una guerra contra Crónicas marcianas». En el caso de Broncano y Motos dice que son diferentes en sí mismos y no buscan parecerse, «Broncano pertenece a una generación que se sentía huérfana en la televisión, mientras que Motos tiene un lenguaje más adulto. El público al que se dirigen no es el mismo», sentencia.
Otro de los puntos que destaca Mucientes es el papel que juega la televisión pública, y la política en este caso, “Navarro y Sardá competían en cadenas privadas, con lo que la politización que se ha vivido y se vive con el fichaje de Broncano no se vivió en ningún caso. La polarización con este fichaje está afectando directamente a El Hormiguero y a La Revuelta, tanto a favor como en contra”, apunta la experta. Por su parte, Terán destaca el objetivo de ambos, “Broncano no busca tener un discurso, mientras que Motos sí, y esto último puede hacer que te quieran mucho o te odien”, sentencia.