Rafael del Pino y Moreno (Madrid, 1920-2008), fundador de Ferrovial y padre del actual presidente, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, el segundo de sus hijos, convirtió Mallorca en la sede estival de la compañía y al yate Alcor, de 33,8 metros de eslora, encargado a los astilleros holandeses Heesen Yachts, en el símbolo de su triunfo empresarial, en los años en que la revista Forbes situó al industrial, cuñado del expresidente Leopoldo Calvo-Sotelo, en el puesto 79 de su lista de grandes fortunas mundiales.
La familia Del Pino-Calvo-Sotelo veraneaba en Mallorca desde hacía décadas y conocía todos los rincones de la isla, desde Andratx a la Colònia de Sant Jordi, en cuya iglesia fue visto más de una vez en las misas dominicales. Pero con el cambio de siglo y la adquisición del lujoso yate de recreo, el pantalán exterior de Puerto Portals se convirtió en su gran escaparate, donde Rafael del Pino recibía las visitas del Rey Juan Carlos y también de su vecino en el puerto deportivo de Calvià, Florentino Perez, cuyo yate, el Pitina II, atracaba a pocos metros.
Dedicado en cuerpo y alma al mundo empresarial, una vez jubilado, el fundador de Ferrovial, empezó a pasar largas temporadas en Puerto Portals a bordo de su querido Alcor, más allá de los meses de verano. En aquellos años, Rafael del Pino se propuso cumplir un sueño: dar la vuelta al mundo.
El yate Alcor de Rafael del Pino en la bocana de Puerto Portals.
El Alcor navegó alrededor del globo terráqueo durante casi dos años, en los que también tuvo tiempo para el descanso y sufrió un accidente. En diciembre del año 2001, después de trece meses de aventura, hacía escala de nuevo en el puerto mallorquín en la que fue la primera etapa de este viaje.
Para celebrarlo se organizó en alta mar una multitudinaria fiesta a la que asistieron familiares y amigos, un comité de bienvenida para el que tuvo que fletarse hasta tres autobuses. «Estoy orgulloso de estar jubilado», manifestó Del Pino durante aquel ágape, en la que narró la lección de humildad más importante que recibió durante su odisea: »Europa no es el ombligo del mundo», manifestó. En total, este hotel flotante recorrió cerca de 37.000 millas marinas (50.000 kilómetros), acompañado tan solo por una tripulación de ocho personas.
Rafael del Pino con su esposa, Ana Calvo-Sotelo Bustelo, a la izquierda. Wesley Kutner
Al finalizar este periplo el Alcor se convirtió en su residencia habitual durante sus visitas a la isla, donde se reunía con sus cinco hijos y el resto de la familia al completo cada verano. Desde este emplazamiento bajo el cielo mallorquín el empresario pasó largas veladas dedicado al estudio de las estrellas, la otra gran pasión de la que disfrutó antes de fallecer en 2008 En los últimos años, Del Pino apenas abandonó su amarre de Puerto Portals, donde era asistido en el propio yate por una enfermera particular cuando empeoró su estado de salud.
Su segundo hijo, Rafael del Pino-Calvo Sotelo, ahora en el centro de la polémica tras anunciar que traslada la sede fiscal de Ferrovial de España a Países Bajos, sucedió a su padre en el año 2000. Y a su muerte en 2008 heredó también el yate Alcor, a bordo del cual su padre se enamoró del litoral de Mallorca. No es el único yate de su flota, en la que también figuran el súper velero Mystere, de 43 metros de eslora, y el yate Nephele, de 43, mientras alquila el todavía lujoso Alcor para cruceros entre Palma, Ibiza, Fomentera y las costas francesas e italianas.