Una investigación genética de 20 años de los restos de Cristóbal Colón ha puesto patas arriba la sabiduría histórica convencional al concluir que el explorador cuyo viaje al Nuevo Mundo cambió el curso de la historia global puede haber sido un judío español en lugar de un hijo de Génova.
La afirmación plantea la intrigante perspectiva de que el hombre que jugó un papel central en la creación del poderoso imperio de España provenía de la misma comunidad que sus patrocinadores, el rey Fernando y la reina Isabel, expulsaron de su reino el mismo año en que Colón llegó a América.
Los resultados de la investigación se dieron a conocer la noche del sábado durante un programa especial emitido en la cadena nacional RTVE, coincidiendo con la fiesta nacional de España, que conmemora la llegada de Colón al Nuevo Mundo el 12 de octubre de 1492.
José Antonio Lorente, experto médico forense de la Universidad de Granada que dirigió la investigación, dijo que su análisis había revelado que el ADN de Colón era «compatible» con un origen judío.
«Tenemos ADN muy parcial, pero suficiente, de Cristóbal Colón», dijo. “Tenemos ADN de su hijo Fernando Colón, y tanto en la Y [male] cromosoma y ADN mitocondrial [transmitted by the mother] De Fernando hay vestigios compatibles con un origen judío”.
Si bien Lorente reconoció que no había podido determinar con precisión el lugar de nacimiento de Colón, dijo que lo más probable era que hubiera venido de la región mediterránea española.
“El ADN indica que el origen de Cristóbal Colón se encuentra en el Mediterráneo occidental”, afirma el investigador. “Si no había judíos en Génova en el siglo XV, la probabilidad de que fuera de allí es mínima. Tampoco hubo una gran presencia judía en el resto de la península italiana, lo que hace que las cosas sean muy frágiles”.
Dado que no había teorías sólidas ni indicios claros de que Colón pudiera haber sido francés, añadió Lorente, el área de búsqueda se redujo aún más.
“Nos queda el Mediterráneo español, las Islas Baleares y Sicilia. Pero Sicilia sería extraña porque entonces Cristóbal Colón habría sido escrito con algún rastro de italiano o de lengua siciliana. Todo ello hace que su origen más probable esté en la zona del Mediterráneo español o en las Islas Baleares que entonces pertenecían a la corona de Aragón”.
Según RTVE, los hallazgos de Lorente han puesto fin a 500 años de especulaciones sobre el lugar de nacimiento y la nacionalidad de Colón. A lo largo de los siglos se ha sugerido que el explorador pudo ser genovés, vasco, catalán, gallego, griego, portugués o escocés. Después de analizar 25 lugares posibles y centrarse luego en una lista corta de ocho, Lorente se posó en Europa occidental.
Sus conclusiones, que cambiaron la historia, sin embargo, han sido recibidas con extrema cautela por algunos de sus pares.
«Desafortunadamente, desde un punto de vista científico, no podemos evaluar realmente lo que había en el documental porque no ofrecieron ningún dato del análisis», dijo Antonio Alonso, genetista y ex director del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de España. El País.
«Mi conclusión es que el documental nunca muestra el ADN de Colón y, como científicos, no sabemos qué análisis se realizó».
Rodrigo Barquera, experto en arqueogenética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, dijo que le sorprendió que los hallazgos se hubieran compartido sin un escrutinio previo por parte de otros miembros de la comunidad científica.
“Normalmente envías tu artículo a una revista científica”, dijo a El País. “Luego se asigna un editor al artículo y al menos tres revisores independientes examinan el trabajo y deciden si es científicamente válido o no. Si es así, se publica y así el resto de la comunidad científica puede decir si está de acuerdo o no. Ponerlo en pantalla, lejos de ese diálogo y con todo este enfoque mediático obstaculiza que la comunidad científica pueda decir algo al respecto”.
Lorente defendió su actuación ante el mismo periódico diciendo: “Nuestro equipo y la universidad siempre han considerado este estudio sobre Cristóbal Colón y su familia como una unidad única, unida e inseparable, y no se publicará nada hasta que la investigación esté completa. »
La revelación del sábado se produjo dos días después de que Lorente y su equipo dijeran que los análisis de ADN de los restos de Colón, su hijo Fernando y su hermano Diego «confirmaron definitivamente» que el esqueleto parcial conservado en una tumba de la Catedral de Sevilla era el del famoso navegante.
Aunque Colón murió en la ciudad española de Valladolid en 1506, quiso ser enterrado en la isla Hispaniola, que hoy está dividida en Haití y República Dominicana. Sus restos fueron llevados allí en 1542, trasladados a Cuba en 1795 y luego llevados a Sevilla en 1898 cuando España perdió el control de Cuba después de la guerra hispanoamericana.
Si Colón fuera un judío sefardí (Sefarad es el nombre hebreo de la Península Ibérica), su identidad sería una importante ironía histórica y algo que habría querido ocultar a la sociedad y a sus ilustres mecenas.
Su llegada a América allanó el camino para el surgimiento del deslumbrantemente rico y poderoso imperio estadounidense de España, que surgió justo cuando Fernando e Isabel, que patrocinaron los viajes de Colón, expulsaron a los judíos de España en medio de temores antisemitas sobre una supuesta pureza racial. Siglos de persecución, pogromos y expulsiones regionales culminaron en 1492, cuando se ordenó el exilio a la población judía del país, se la obligó a convertirse al catolicismo o se la quemó en la hoguera.
En 2015, España intentó expiar la expulsión, que calificó de “un error histórico”, al aprobar una ley de duración limitada que ofrecía la ciudadanía española a los descendientes de los judíos que fueron expulsados del país a finales del siglo XV.
Alrededor de 132.000 personas de ascendencia sefardí solicitaron la ciudadanía antes de que expirara la oferta en octubre de 2019. Más de la mitad de los que solicitaron eran de países latinoamericanos, incluidos México, Colombia, Venezuela, Argentina, Perú, Panamá, Chile y Ecuador.