En público, desde la máxima jefatura de su campaña, desde la Casa Blanca y desde su propia voz, el mensaje sobre el futuro de la candidatura del presidente Joe Biden a la reelección es tajante: el presidente de Estados Unidos «absolutamente» sigue adelante en la carrera para tratar de ganar a Donald Trump. De hecho, en un comunicado emitido este viernes criticando el discurso del republicano la víspera en el cierre de la convención, Biden ha anunciado que volverá a realizar actos de campaña la semana que viene.
«Estoy deseoso de volver para seguir exponiendo la amenaza de la agenda del Project 2025 de Trump a la vez que defiendo mi propio historial y la visión que tengo para Estados Unidos», ha dicho Biden, actualmente aislado por un contagio de covid en su casa de la playa de Delaware. Y ha cerrado su mensaje con la frase: «Hay mucho en juego y la opción es clara. Juntos ganaremos».
Frente a ese mensaje de continuidad cada vez más informaciones apuntan a que el mandatario demócrata, de 81 años, finalmente acepta la realidad de una crisis insostenible. Incluso su familia, su principal apoyo, está en conversaciones preparando un plan de salida, según ha informado este viernes la cadena NBC citando dos fuentes «familiarizadas con la situación».
Hasta ahora su esposa, Jill Biden, su hijo Hunter y su hermana, Valerie Owens, le han dado todo el apoyo y respaldo en su determinación de seguir, una coraza de la que también forma parte el círculo de asesores más cercanos, algunos de los cuales llevan décadas trabajando con Biden.
Una salida a su ritmo y dignaEn esas conversaciones hay varios elementos clave. Uno es que el propio Biden debe ser quien decida el momento para retirarse, pese a la presión creciente para un abandono inminente, una presión que en su círculo más cercano ha provocado rabia y se ha visto como una puñalada por la espalda.
Otro de los elementos fundamentales es que cualquier plan debe estar meticulosamente preparado con un doble objetivo: dejar al Partido Demócrata en la mejor posición para los comicios de noviembre y asegurar que se mantienen la dignidad y el respeto a las cinco décadas de servicio público que ha prestado Biden.
Según esa y otras muchas informaciones han sido varios elementos los que han hecho finalmente que cale en Biden la realidad de una situación insostenible pero principalmente hay tres: el franco mensaje que le trasladó Nancy Pelosi, encuestas que muestran sus malas perspectivas en un camino hacia la victoria y su impacto en otras carreras de noviembre y las caída de las donaciones, que en julio pueden haber caído entre un 50% y un 75% respecto a las previsiones.
En la conversación que mantuvo con Pelosi, antigua presidenta de la Cámara de Representantes, aún la más poderosa e influyente demócrata en el Congreso y posiblemente la más brillante estratega en Capitol Hill, Biden escuchó que su permanencia como candidato amenaza con lastrar a candidatos a las cámaras en noviembre. Además, Pelosi le mostró encuestas con números mucho más negativos que los que dice que ha visto Biden. Cuando el presidente habló de esos sondeos internos con perspectivas más favorables Pelosi le interpeló: «Ponga a (Mike) Donillon al teléfono», en referencia a uno de los principales asesores de Biden.
Pelosi también advirtió a su líder de que más y más congresistas podían sumarse a las llamadas públicas a que se retire. Aunque aún no se ha producido una oleada, en las últimas horas han dado ese paso cinco representantes y dos senadores más. En total son ya más de una treintena.
«Momento duro»Otros, en cambio, han reforzado su apoyo a Biden y a su continuidad. Y entre ellos se cuenta la congresista progresista Alexandria Ocasio-Cortez, que el jueves por la noche aseguraba que las «élites» están intentando no solo quitar la candidatura a Biden, que recibió 14 millones de votos en las primarias, sino también impedir la transición natural de la candidatura a la vicepresidenta Kamala Harris.
El mensaje público de que nada ha cambiado llegaba tanto del comunicado de Biden como de declaraciones de Andrew Bates, uno de los portavoces de la Casa Blanca, y de Jen O’Malley, la jefa de campaña, que aunque no suele aparecer en los medios ha dado una entrevista en MSNBC. En ella ha reconocido que es «definitivamente un momento duro para la campaña» y que las perspectivas han caído desde el desastroso debate de Biden frente a Trump el 27 de junio, pero también ha dicho que ha sido un «pequeño movimiento». «Sabemos que Joe Biden tiene que hacer el trabajo para reasegurar al pueblo estadounidense de que está en esto para ganarlo», ha dicho.