La editora y novelista Rosa Regàs, fallecida a los 90 años, fue una figura cultural de primer orden en España durante más de medio siglo. De carácter franco, siempre “haciendo lo que quería cuando podía”, Regàs abrió el camino a las mujeres que resistieron a la dictadura franquista (1939-1975). Se convirtió en una figura central del movimiento artístico izquierdista y hedonista de la Barcelona de los años 60, conocido como la “gauche divine”, en torno a Bocaccio, la discoteca que su hermano Oriol puso en marcha en 1967.
Los logros más duraderos de Regàs son las tres excelentes novelas que escribió cuando tenía sesenta años: Azul (1994, premio Nadal), Luna Lunera (1999) y La canción de Dorotea (2001, premio Planeta). Azul describe la relación entre una mujer casada de clase alta y un hombre más joven y menos culto. En palabras de Regàs, trata sobre “las dependencias que crean las relaciones amorosas”.
Luna Lunera es un relato demoledor sobre la tiranía de los años cuarenta, cuando los valores crueles de la dictadura se reproducen en el seno familiar. La Canción de Dorotea cuenta la historia de una profesora de biología que hereda una casa en el Empordà (Cataluña) y se topa con una conspiración de silencio rural, evasión y engaño.
Regàs nació en Barcelona. Su madre, Mariona Pagès, hablaba cinco idiomas y en la época de la República Española (1931-39) tradujo clásicos latinos al catalán. Su padre, Xavier Regàs, fue dramaturgo y periodista.
La guerra civil de 1936-39 destruyó a esta familia culta y liberal. Rosa y sus tres hermanos fueron enviados a un lugar seguro en Vence, Francia. Al final del conflicto, ambos padres vivieron exiliados en Francia, luego su padre fue internado en un campo de concentración francés, mientras que los niños regresaron a vivir a Barcelona con su abuelo religioso y autoritario.
Rosa fue enviada a un internado con monjas dominicas. Tras el regreso de Mariona a España, el Tribunal de Menores sólo permitió visitas a su hija una vez al mes, siempre en presencia de dos policías y un funcionario que anotaba las conversaciones. Madre e hija no podían tocarse.
Esta infancia dura y abusiva está registrada en su mejor novela, Luna Lunera. Una vez le pregunté si la novela era realmente autobiográfica. “Totalmente”, respondió. Escapó casándose en 1951, a los 17 años, lo que significó que, bajo las leyes de la dictadura, pasó del control de su abuelo al de su esposo, Eduard Omedes, fotógrafo. Afortunadamente, aunque católico y conservador, su esposo la apoyó.
Se separaron en los años 60 y posteriormente se divorciaron. Tuvieron cinco hijos, Anna, Eduard, David, Mariona y Loris (los dos últimos gemelos).
En 1959 Regàs ingresó en la Universidad de Barcelona para estudiar Filosofía y Letras. Se licenció en 1964 y trabajó en el departamento de prensa de la editorial Seix Barral hasta 1970, cuando fundó su propia editorial, La Gaya Ciencia. Publicó una serie de libros populares, breves y de bolsillo, para explicar conceptos políticos básicos, a menudo escritos por figuras antifranquistas importantes, como Felipe González, el futuro presidente del gobierno.
Tras vender La Gaya Ciencia en 1983, Regàs trabajó como traductora para las Naciones Unidas en Ginebra, Nueva York y Nairobi hasta 1994, cuando se instaló en Llofriu, un pueblo de la Costa Brava, y se dedicó a escribir y a crear un ambiente familiar que le habían negado. Hubo un paréntesis cuando en 2004 asumió la jefatura de la Biblioteca Nacional de España. Nombrada por el Partido Socialista, abrió la biblioteca al público en general, no sólo a los investigadores, pero la abandonó en 2007, entre resentimientos.
Pero no fue su único conflicto público. Fue duramente atacada por los independentistas por firmar el manifiesto del Foro Babel, en el que negaba que el Estado español socavara los derechos catalanes y se oponía a medidas especiales para defender la lengua catalana. “El nacionalismo es el veneno más peligroso”, afirmó.
Su Diario de una abuela de verano (2004) es un relato de sus veranos en los que acogió en Llofriu a diecisiete nietos y cinco bisnietos. El libro fue adaptado en una exitosa serie de televisión. Una última novela, Música de cámara (2013, premio Biblioteca Breve), volvió a la sombría posguerra. En su última década escribió cuatro volúmenes de autobiografía en catalán (sus otros libros están en castellano), el último de los cuales, Un llegadat: L’aventura de la vida, se publicó dos meses antes de su muerte.
Llena de vitalidad, Regàs luchó con ahínco por lo que creía. Estaba orgullosa de pertenecer a una familia republicana. “Fuimos los perdedores, pero nunca me he sentido inferior”, afirma.
Le sobreviven sus hijos.