Salvo una sorpresa que entraría casi en la categoría de milagro, y pese a un temporal de frío ártico de dimensiones bíblicas que hiela literalmente la sangre, Donald Trump será el lunes ganador en los ‘caucus’ de Iowa, la cita que da el pistoletazo de salida en la carrera por la nominación republicana para las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre. En un estado que Barack Obama ganó en 2008 y 2012 pero que desde la llegada de Trump ha dado un giro definitivo hacia la derecha, lo que se palpa entre los seguidores del expresidente es auténtica devoción. Y conversaciones con votantes y análisis de algunas particularidades en este enclave del medio Oeste, donde es determinante el voto de una confesión evangélica radicalizada y transformada, permiten ver los ecos de culto en el movimiento trumpista.
“Él es quien está entre la gente y los malignos. Nos defiende, pelea por nosotros. Y ha sido nuestro mártir: recibe por nosotros las flechas y lanzas”. Quien habla de Trump cual San Sebastián es Lynn Mona, una mujer de melena rubia cardada y aire de Dolly Parton que el jueves acudió a un acto de campaña en el restaurante Machine Shed de Urbandale, donde como emisario del candidato estaba su hijo, Donald Trump Jr.
No era uno de esos grandes mítines a los que acostumbra Trump, fenómenos de masas, sino un pequeño evento con unas 80 personas donde buena parte eran periodistas. Pero no importa si es en una catedral o en una pequeña capilla: el mensaje de Trump se recibe y se replica como si fuera palabra sagrada.
“Por supuesto Trump ganó”Todos denuncian la “persecución política” del expresidente, supuestas tramas en su contra del “estado profundo”, de buena parte de la prensa… Se minimiza la gravedad del asalto al Capitolio, diciendo sardónicamente como hizo el jueves Trump Jr. que fue “la primera insurrección no armada de la historia” y restando importancia a cualquier papel del expresidente en lo que sucedió y lo que se intentó.
Se insiste también en que en 2020 hubo fraude electoral, pese a que está demostrado que es falso, y Mona, por ejemplo, afirma que “por supuesto Trump ganó”, prometiendo que “hay información que va a salir pronto y se va a demostrar”. Y si se le pregunta a ella por las advertencias de Joe Biden de que una victoria de Trump otra vez representaría una amenaza para la democracia, solo se ríe. “Ni siquiera merece respuesta”, zanja.
En el universo de Trump Nikki Haley y Ron DeSantis, los dos principales rivales que le plantan cara en su intento de volver a la Casa Blanca, son “traidores”, al presidente y al país. “A día de hoy están trabajando para los demócratas y por ambición y para conseguir sus propios objetivos están dispuestos a destruir la nación”, criticaba Trump Jr., que denostaba especialmente a Haley, la mejor posicionada por el segundo lugar en Iowa. “Es si como el estado profundo pudiera crear en un laboratorio un falso conservador”, dijo.
En el mundo Trump en Iowa también se habla estos días, y mucho, de inmigración. El presidente, sus seguidores y emisarios acusan a Biden de haber abierto las fronteras “intencionadamente” y a él y a los demócratas de “tratar mejor a los inmigrantes que a su propia gente”. Y también se ponen en la diana en los problemas de la inflación y en políticas económicas que se denuncian “fallidas”.
“Trump ayudó mucho a los pequeños negocios, estábamos boyantes, pero con Biden las cosas han ido a peor”, aseguraba en Machine Shed Fanfa, un hombre originario del Congo que llegó al país hace 11 años, remarca su ciudadanía estadounidense, regenta un restaurante de comida americana y comulga con ideas de Trump, como la de “dar respuesta a los tiroteos en escuelas armando a profesores” o la del “sueño americano”. “Yo también quiero hacerme rico”, decía.
El voto que Fanfa promete para Trump es parte de un movimiento que reflejan las encuestas, donde el republicano tiene previsiones de elevar considerablemente sus resultados entre la población negra (que en Iowa es poco más del 4% del total). Y seguidores como Dawn, una mujer de mediana edad que también acudió a ver a Trump Jr., asegura que es porque “Obama no hizo nada por esa pobre gente, y Trump ha ayudado a tantos….”
Nacionalismo cristianoDe lo que se habla menos estos días en los actos de Trump y entre sus seguidores es del aborto, y es algo sobre el papel llamativo dado el peso y la trascendencia en Iowa del voto cristiano (75% de la población) y concretamente del evangélico (28%). Y ese silencio se entiende en parte por el cambio que ha vivido esa parte del cristianismo, que en paralelo a la irrupción de Trump en política está sufriendo un proceso radical de transformación.
El evangelismo es la fe que más se asocia a Trump y más lo respalda y cuestiones vinculadas a valores que en las últimas décadas habían sido centrales para los evangélicos a la hora de votar están tomando un segundo plano frente a cuestiones puramente políticas como la economía o la inmigración. Se trata de un nacionalismo cristiano que trata la religión como una identidad cultural, igual que Trump se retrata como víctima de una persecución y urge a la defensa beligerante de sí mismo y de sus causas.
Su auge llega conforme más creyentes adoptan un enfoque individualizado de su relación con su fe, alejados de jerarquías y congregaciones, un debilitamiento en la confianza hacia instituciones religiosas paralelo al que el trumpismo ha promovido en otro tipo de instituciones.
Para muchos de esos evangélicos, Trump es una especie de salvador, de enviado de Dios, que se tomará la venganza contra el mal. Y esas mismas ideas de ser elegido y estar encargado de aplicar un castigo divino lo está promoviendo, no sin polémica, el propio Trump, que hace unos días publicitó un vídeo, titulado “Dios creó a Trump” que ha indignado a algunos destacados pastores en Iowa.
Eso explica en parte la fractura en el apoyo del voto evangélico en el estado, donde DeSantis ha recabado el apoyo de 150 pastores, incluyendo el influyente Bob Vander Plaats. Ellos y sus comunidades religiosas siguen un modelo en la política más tradicional. Incluso así, el gobernador de Florida está a años luz de Trump en la encuestas sobre los caucus del lunes.