Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se reúnen este viernes a las diez y media en el Congreso tras varias semanas de diálogo sordo entre ambos dirigentes, con el presidente del Gobierno presionando para que el encuentro tuviera lugar y el líder del PP dándole largas con el argumento de que primero tenía que fijar por escrito un orden del día. No lo habrá. Mientras Sánchez quiere tratar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la financiación autonómica y la reforma del artículo 49 de la Constitución para eliminar el término “disminuidos”, Feijóo añade otros asuntos: de la ley de amnistía al presunto “deterioro institucional” en el Consejo de Estado y la Fiscalía, pasando por la «despolitización» de RTVE y EFE, el «acoso» de los socios del Gobierno a los jueces, las reuniones en Ginebra con Junts, las ayudas frente a la inflación y la moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona, liderada por EH Bildu y apoyada por el PSOE.
Pero hay algo en lo que los equipos de uno y otro se muestran de acuerdo. Las posibilidades de llegar a un entendimiento, coinciden, son muy escasas. Se limitan al cambio quirúrgico de la Carta Magna, un asunto que socialistas y conservadores ya exploraron durante la pasada legislatura.
Sánchez y Feijóo llegan al encuentro en el peor momento de unas relaciones que nunca han sido fáciles ni buenas desde que el conservador dejó la presidencia de Galicia. Ambos han tenido que hacer renuncias para que la cita, un día después de la que el jefe del Ejecutivo mantuvo en Barcelona con el ‘president’ de la Generalitat, Pere Aragonès, tuviera lugar. El primero, al consentir que la reunión se celebrara en la Cámara baja y no en la Moncloa, como es habitual, un cambio de escenario solicitado por el PP. Se trata, dicen los socialistas, de una prueba más de que el líder conservador aún “no ha aceptado” el resultado electoral del 23 de julio, que trajo consigo la reelección del secretario general del PSOE al frente del Ejecutivo. La cesión de Feijóo ha sido mayor, por el solo hecho de acudir a un encuentro al que había puesto importantes objeciones.
Pero el líder del PP dio un giro el pasado miércoles, desoyendo a barones de su partido que le recomendaban no verse con Sánchez antes de que acabase el año, dentro de un escenario político en el que el presidente del Gobierno ha llegado más lejos que nunca en sus vínculos con el independentismo catalán y vasco, a través de una futura reunión con Carles Puigdemont y del respaldo a EH Bildu en la capital navarra.
«Usted juega al escondite, señor Feijóo. Me reúno con el presidente del Gobierno, pero en el Congreso de los Diputados. Me he quedado sorprendido con esta propuesta, porque es inédito en la historia de la democracia que no nos reunamos en el palacio de la Moncloa. En todo caso, para usted la perra gorda, nos vemos el viernes en el Congreso y hablaremos de lo que usted quiera», le dijo Sánchez el miércoles, durante el debate parlamentario sobre la presidencia española de la UE.
Cambiar el sistema de elección A pesar de ese “hablaremos de lo que usted quiera”, el líder socialista, explican en su entorno, quiere centrar el encuentro en la renovación del CGPJ, la financiación autonómica y la Constitución. El mandato de los jueces lleva caducado cinco años ante la negativa de los populares a negociar. Feijóo acepta actualizar el poder judicial siempre que el PSOE se comprometa por escrito a renovar la ley orgánica que regula la elección del CGPJ, para que en la próxima ocasión que haya que hacerlo los jueces tengan más poder en detrimento del Congreso y el Senado.
Los nuevos nombramientos en el poder judicial, cuyos miembros actuales son mayoritariamente conservadores porque fueron elegidos cuando gobernaba Mariano Rajoy, “no puede esperar más”, señalan fuentes de la Moncloa, donde la actitud del PP se considera un “caso claro de lawfare”.
“Lo que no es admisible es que Feijóo diga que está dispuesto a seguir bloqueando el gobierno de los jueces” Pedro Sánchez
La financiación autonómica es un tema muy complejo, que divide internamente tanto a socialistas como a populares según el territorio al que pertenezcan y es un asunto que requerirá de múltiples reuniones y a muchas bandas con los territorios. Y sobre la reforma de la Constitución hay sintonía, más allá de cuando se ejecute. Feijóo, eso sí, quiere que Sánchez se comprometa a no apoyar ninguna enmienda que puedan presentar otros grupos parlamentarios. Los populares temen que los independentistas y los nacionalistas puedan presionar para hacer otros cambios en la Carta Magna.
Fuentes de la dirección del PP saben que Sánchez va «a hacer toda la presión» en la reunión para renovar el CGPJ, pero Feijóo le va a pedir «hablar de más cosas que afectan a los españoles» y «a reclamarle que informe más al principal partido de la oposición». Esas fuentes citaron la compra de una parte de Telefónica por parte del Estado y la participación de España en la misión de EEUU en el Mar Rojo.
Sánchez quiere trasladar toda la presión al PP para que acepte poner fin a esta anomalía, sobre la que la Comisión Europea ya ha llamado la atención a España, pero al mismo tiempo tiene un “plan b” con el que superar el bloqueo si Feijóo no se mueve. Sus colaboradores explican que podría ir en la línea de la propuesta formulada por el actual presidente del CGPJ, Vicente Guilarte. Para disminuir el interés de los partidos políticos a la hora de asegurarse su control, Guilarte defiende que el organismo deje de ostentar la competencia de nombrar discrecionalmente a la cúpula judicial.
“Lo que no es admisible es que Feijóo diga que está dispuesto a seguir bloqueando el gobierno de los jueces”, dijo Sánchez este jueves en Barcelona tras reunirse con el ‘president’ de la Generalitat, Pere Aragonès. Fue un encuentro marcado por el diálogo, el buen tono y los acuerdos. El de este viernes en el Congreso, en cambio, va en la dirección contraria.