Las mascotas en los vuelos pueden clasificarse como equipaje, según dictaminó el Tribunal de Justicia Europeo, lo que significa que las aerolíneas no están obligadas a pagar una compensación más alta si el animal se pierde.
Se pidió al TJCE, el tribunal más alto de Europa, que interviniera después de que un perro se perdiera durante un viaje de Buenos Aires a Barcelona, lo que desencadenó una demanda por pérdidas por parte del propietario.
El tribunal escuchó que la pasajera y su madre se registraron en el vuelo con la perra, Mona, que fue colocada en una jaula especial para mascotas. Sin embargo, el perro escapó mientras lo llevaban al avión y nunca fue recuperado, lo que dio lugar a una reclamación de 5.000 euros (4.340 libras esterlinas) por “daños morales” por parte del pasajero y un proceso judicial de seis años.
La aerolínea involucrada, Iberia, aceptó la responsabilidad por la pérdida de la mascota, pero no la cuantía de la reclamación, argumentando que excedió la responsabilidad por la pérdida de equipaje sin ninguna declaración especial sobre el contenido de la jaula.
El tribunal dijo que la pasajera, una niña llamada Felicísima en los documentos, y su madre no hicieron declaraciones especiales en relación con el equipaje al facturarlo y, por lo tanto, no podían reclamar estas pérdidas.
Las mascotas no se ven con frecuencia en vuelos europeos, pero son más comunes en vuelos transatlánticos, y se permiten perros pequeños en la cabina. Los perros más grandes, como el que está en el centro de esta demanda, deben ser colocados en la bodega de las aerolíneas que permiten el viaje de mascotas.
«El perro salió del transportín, empezó a correr cerca del avión y no pudo ser recuperado», dicen los documentos del TJCE.
En una audiencia judicial anterior en España, se escuchó que, a pesar de una intensa campaña en las redes sociales lanzada por Felicísima, el perro nunca ha sido recuperado.
Felicísima dijo que nunca abandonaría su búsqueda y que sería “una vergüenza” que alguien en Buenos Aires se hubiera llevado a su perro y lo hubiera reclamado como propio. “¿Quién tiene a Mona, sabiendo que es nuestra, sabiendo el dolor que hemos sentido?” preguntó en una publicación de Facebook. El caso sienta un precedente para cualquier persona que viaje con mascotas y no haga una declaración especial sobre el contenido de la jaula y el animal se pierde.
El abogado de la niña en Madrid, Carlos Villa Corta, se mostró en desacuerdo con los argumentos esgrimidos en el tribunal de Luxemburgo, afirmando que «ninguna aerolínea en el mundo aceptará una declaración especial de valor» para una mascota en bodega.
«Creo que se ha perdido una gran oportunidad para seguir concienciando sobre los derechos de los animales y de las personas que los cuidan. En definitiva, el TJCE considera que las mascotas no merecen una protección jurídica especial o mejorada en comparación con una simple maleta».
El juez del tribunal español remitió el caso al TJCE para que examinara una cuestión de derecho central: si el concepto de equipaje se aplicaba al perro en la jaula según el Convenio de Montreal, un tratado internacional que establece normas para la responsabilidad de las aerolíneas por pérdidas que van desde la muerte hasta los retrasos y la pérdida de carga o equipaje.
El TJUE dijo: «El Convenio de Montreal se refiere claramente a las personas y al equipaje. Por lo tanto, de la redacción clara de esta disposición se desprende que el término ‘personas’ cubre a los ‘pasajeros’, de modo que una mascota no puede ser considerada un ‘pasajero’.
“Por tanto, debe considerarse que, a efectos del transporte aéreo, un animal de compañía entra dentro del concepto de ‘equipaje’ y la indemnización por los daños resultantes de su pérdida durante dicho transporte está sujeta al régimen de responsabilidad previsto para el equipaje.»
La sentencia también señala que la responsabilidad de una compañía aérea por pérdida de equipaje podría determinarse mediante cualquier declaración especial sobre el contenido, lo que no ocurrió en este caso.
Según informes españoles sobre el caso original, el tribunal dictaminó que debido a que no se hizo una declaración especial sobre el animal antes del vuelo, Felicísima sólo tenía derecho a 1.578,82 €.
En una declaración, el TJUE dijo: «El hecho de que la protección del bienestar animal sea un objetivo de interés general reconocido por la Unión Europea no impide que los animales sean transportados como ‘equipaje’ y sean considerados como tales a los efectos de la responsabilidad resultante de la pérdida de un animal».
