Después de 17 meses de pugna sin cuartel, el plazo de aceptación para los accionistas del Sabadell de la oferta de compra (opa) del BBVA se cerró la semana pasada y el resultado oficial se conocerá el próximo viernes. Tras unas semanas de hiperactividad comunicativa, los máximos dirigentes de los dos bancos tienen previsto afrontar estos días en un estado de tenso silencio dado lo incierto del resultado. Sin embargo, los primeros ejecutivos del banco de origen vasco se han preocupado en los últimos días de lanzar intencionados guiños a parte del consejo de administración y el comité de dirección de la entidad catalana para suavizar su posible aterrizaje en la misma. Eso en caso de que la operación salga adelante, claro: el Sabadell sigue confiando en que no sucederá.
El telón de fondo es el duro combate dialéctico y estratégico desplegado por los dos bancos en el último año y medio. La cúpula del Sabadell ha sido más combativa desde el primer momento, siguiendo el axioma de que no hay cómo atacar para defenderse. Pero la del BBVA también ha elevado el tono en las últimas dos semanas, a medida que se acercaba el momento decisivo del final del plazo de aceptación de la opa. A modo de ejemplo, su presidente, Carlos Torres, ha acusado a su rival de lanzar «informaciones sesgadas y falsas» para tratar de «confundir al accionista», mientras que su consejero delegado, Onur Genç, ha afirmado que lo que decía su competidor sobre una posible segunda opa «no es aceptable».
Para los usos y costumbres habitualmente corteses del sector bancario, la situación ha escalado a niveles de enfrentamiento inusuales. De ahí que los dos primeros ejecutivos del grupo con sede en Bilbao hayan hecho compatibles sus pullas a sus homólogos del Sabadell (Josep Oliu y, sobre todo, César González-Bueno) con guiños al resto de consejeros y altos directivos de la entidad. No es de extrañar, porque es lógico pensar que el BBVA necesitará a parte de ellos, si finalmente puede tomar el control de la entidad vallesana, para que el negocio y la gobernanza del banco no se resientan por la hipotética transición de poder.
Comités de integración y direcciónEn una entrevista en EL PERIÓDICO, Torres reveló hace diez días que mantiene su decisión de que «el comité de integración contará con directivos clave del Sabadell». Se trata de un órgano que el BBVA prometió desde el primer momento crear para «diseñar el mejor proceso de integración, buscando potenciar al máximo el talento de ambas entidades». Genç dio un paso más en ‘Bloomberg’ al considerar presumible que «la mayoría» de los altos directivos de la entidad catalana «permanecerán» en el banco.
El comité de dirección del Sabadell está formado por 15 miembros y está liderado por González-Bueno. No sería de extrañar que el BBVA quisiera contar con sus integrantes más vinculados a la gestión operativa y del negocio, pero encabezados por uno o varios ejecutivos de la propia entidad de origen vasco. Lo refrenda el hecho de que los dos bancos vayan a tener que mantener su independencia funcional durante entre tres y cinco años, según decretó el Gobierno, y de que el BBVA no vaya a poder plantear la absorción del Sabadell hasta pasado ese plazo.
En otro guiño, Torres ha defendido que incluso después de ese periodo sigue pensando en contar con directivos del Sabadell. «Nuestro plan siempre ha sido integrar al equipo directivo dentro del grupo y, una vez se fusionen, asegurar que a ambos equipos se incorporan de manera meritocracia profesionales de ambas entidades», afirmó hace unos días en ‘La Información’. Efectivamente, ya estaba contemplado en su plan inicial, en el que, eso sí, se hablaba de hacerlo «procurando guardar la proporcionalidad en función del peso relativo de los negocios», lo que dejaría en clara desventaja a los directivos de la entidad catalana.
Cambios a concretarSobre el consejo del Sabadell, el presidente del BBVA ha sido menos concluyente últimamente, más allá de adelantar que su banco impulsaría cambios en el mismo. «La composición de los órganos de gobierno de Banco Sabadell se decidirá con posterioridad», afirmó a este diario. Con todo, «no descartó» que Oliu pueda seguir como presidente no ejecutivo de la entidad. Puede parecer improbable, pero quizás le pueda ser conveniente al BBVA si se convierte en el principal accionista pero no alcanza la mayoría del capital, incluso después de una hipotética segunda opa. Una opción, en otros escenarios, sería nombrar a Oliu algún tipo de cargo honorífico si llegan a un acuerdo.
Aunque ahora no haya concretado más, en otra entrevista a este diario en mayo Torres sí que dejó abierto que «pudiera haber consejeros actuales del Sabadell que se incorporaran al consejo de BBVA». Su propuesta original era que fueran tres, con una vicepresidencia para Oliu, pero eso sí que está descartado. En el momento de aquella entrevista, no se conocía la condición del Gobierno, con lo que ahora el escenario más probable es que el banco pudiera mantener a parte del consejo actual del Sabadell y que, más adelante, pudiera plantearse elevar a alguno de sus integrantes al órgano de administración del propio BBVA.
El que parece prácticamente seguro que no seguiría si la opa sale adelante -bien sea la primera o la segunda- es González-Bueno, dado que ha sido la cabeza visible de la estrategia de defensa de la entidad. En otra entrevista a este diario, el ejecutivo se mostró elegantemente comprensivo sobre la posibilidad de que consejeros o altos directivos del Sabadell siguiesen en sus puestos si el BBVA toma el control: «Creo que no va a ocurrir (el triunfo de la opa). Pero me parecería perfectamente lícito que cada uno tomase su decisión libremente».
Suscríbete para seguir leyendo