La Mostra de Venecia se está convirtiendo en el lugar al que grandes directores menospreciados por el festival de Cannes acuden para recibir finalmente un premio que esté a la altura de sus méritos. Hace ahora 12 meses, Pedro Almodóvar ganó aquí el León de Oro gracias a ‘La habitación de al lado’ después de haber intentado hasta en seis ocasiones, todas ellas en vano, hacerse con la Palma de Oro que concede el certamen francés. Y esta misma noche Jim Jarmusch ha logrado el mismo triunfo que el manchego, al que aspiraba por primera vez este año gracias a su nuevo trabajo, ‘Father Mother Sister Brother’; antes de eso, había competido por la victoria en Cannes nada menos que con ocho de sus nueve películas anteriores. Dicho esto, considerar su victoria de hoy ante todo como una forma de hacer justicia por esos ninguneos pasados significaría de algún modo infravalorar una película cuya apariencia de ligereza y hasta de intrascendencia, como suele suceder con el cine del director estadounidense, es engañosa. Adoptando un tono ‘melancómico’, y sirviéndose sobre todo de silencios y espacios entre palabras, miradas de reojo y alguna pulla pasivo-agresiva, las tres historias que componen ‘Father Mother Sister Brother’ dicen grandes verdades sobre algo tan universal como ese vasto desierto de incomprensión e inescrutabilidad que separa entre sí a los miembros de hasta las mejores familias.
La única pega que quizá puede ponérsele a su elección como León de Oro tiene menos que ver con sus méritos o deméritos artísticos que con la aberrante coyuntura en la que vivimos. El premio ha convertido en papel mojado todas esas quinielas elaboradas en Venecia en los últimos días -la mayoría de ellas, de hecho- que daban por hecho que su destinataria sería la ‘La voz de Hind’, de la tunecina Kaouther Ben Hania, demoledora recreación del asesinato de una niña palestina en enero de 2024 a manos de los soldados israelíes, que ha acabado llevándose el Gran Premio Especial; y habrá quienes consideren que es una frivolidad y hasta una irresponsibilidad relegar ese trabajo urgente a un puesto segundón en el palmarés, desaprovechando así la oportunidad de mandar un recado relevante al mundo, especialmente porque el valor artístico de la película -su exploración del territorio en el que la ficción y lo documental se diluyen, su habilidad a la hora de sumir al espectador en la indignación sin manipularlo- es incuestionable. Resulta difícil decidir o no si tienen razón. Sea como sea, este galardón supone para ‘La voz de Hind’ el inicio de una carrera que, de eso no cabe duda, estará plagada de más reconocimientos y ojalá también de éxitos comerciales. Su mensaje se oirá tan alto y tan claro como las palabras de apoyo incondicional al pueblo palestino que la mayoría de los ganadores de esta noche han incluido en sus discursos de agradecimiento.
Respecto al resto de presencias en la lista de premiados anunciada esta noche, ninguna es tan indiscutible como las dos citadas arriba. Equivalente a la medalla de bronce en una competición olímpica, el Premio de Jurado ha ido a parar al nuevo documental del italiano Gianfranco Rosi, ‘Bajo las nubes’, que observa a una serie de personajes habitantes de los alrededores del volcán Vesubio y, entretanto, ni muestra especial interés en ellos ni los usa con más intención o sentido dramático identificables que la mera acumulación de escenas. Y el estadounidense Ben Safdie se ha llevado el reconocimiento a la Mejor Dirección por su biopic del luchador de artes marciales mixtas Mark Kerr, ‘The Smashing Machine’, a pesar de que lo más valioso de esa película -lo único valioso- es el trabajo interpretativo de su protagonista, Dwayne Johnson; la estatuilla debería haberse concedido a sus omóplatos y sus romboides.
Por lo que respecta a los premios concedidos en las categorías interpretativas, por último, no hay queja posible: la actuación que Toni Servillo ofrece en ‘La Grazia’ en la piel de un presidente ficticio de la República Italiana, y por el que ha recibido la Copa Volpi al Mejor Actor, es una exhibición de ingenio y carisma encubiertos bajo capas de contención, y una nueva demostración de que su asociación creativa con el director Paolo Sorrentino es una de las más fructíferas del cine moderno; y la Copa Volpi a la Mejor Actriz recibida por la china Zhilei Xin es una merecida compensación por la sucesión de infortunios y barbaridades a los que se ve sometida en la piel del personaje al que da vida en ‘The Sun Rises On Us All’.