«Este ha sido el momento más angustioso en estos cuarenta y tantos años» admitió este martes Gabriel Ruiz, arquitecto conservador de la Mezquita-Catedral de Córdoba, al recordar el incendio que afectó al monumento, Patrimonio de la Humanidad, el pasado 8 de agosto.
Su compañero Gabriel Rebollo, que acudió al templo, le informaba de la evolución del siniestro por teléfono. «Las dos mejores cosas que han ocurrido es que el fuego no se ha extendido y que de las cosas irrepetibles, no se ha perdido ninguna», opinó este último en la entrevista concedida a Córdoba.
En la actualidad, el equipo de conservación desarrolla un plan de emergencia para garantizar la seguridad y para dar los primeros pasos en la restauración del edificio. Gabriel Ruiz avanza que «la semana que viene ya estará terminada» esta fase. Su intervención más visible es la instalación de una cubierta sobre la zona afectada por el fuego para proteger el monumento de la lluvia, para garantizar la recogida de información y la preparación de la fase posterior, y también para salvaguardar el trabajo de los albañiles.
«Se te corta la respiración»Los primeros dibujos que estos arquitectos realizaron sobre la Mezquita-Catedral datan de 1979. Gabriel Ruiz admite que «cuando subes arriba y ves lo cerca que ha estado el fuego de transmitirse a otras cubiertas y haber podido ser verdaderamente destructivo, se te corta la respiración».
Un momento clave del incendio fue la salida de humo de la capilla del Espíritu Santo, en la madrugada del sábado, cuando ya se había dado por extinguido. «Estábamos aquí y pasamos un mal rato, porque era perder una barrera», recuerda Gabriel Rebollo. Sin embargo, la situación «se resolvió muy bien y la cubierta de la capilla del Espíritu Santo no se ha caído», explica.
En este sentido, entre las afectadas hay dos capillas «de las más valiosas de todo el edificio, que son la del Espíritu Santo, de Hernán Ruiz II, y la de San Nicolás, que la bóveda es de Hernán Ruiz I y el retablo tiene, sobre un esquema de Hernán Ruiz II, unos cuadros de Pedro de Campaña. Esas capillas, milagrosamente, aunque la palabra suena un poco tonta, se han salvado», afirma.
El equipo de conservación de la Mezquita-Catedral elabora ya el proyecto de restauración de los daños provocados por el siniestro. Ese trabajo podría durar tres meses, aunque ambos arquitectos se muestran prudentes respecto a los plazos y Gabriel Ruiz advierte que «el fuego daña los elementos de una manera que es difícil de saber exactamente el impacto. Hay que ser más exigente en la reparación que con otros desperfectos».
Al hilo de esta apreciación, Gabriel Rebollo señala también que, pese a que ya han realizado una primera evaluación de los daños, «tenemos que seguir analizando, por si hay alguna cosa dañada que se nos ha pasado por alto».
Su compañero avanza que, en cualquier caso, «lo que tenemos clarísimo es que (el edificio) tiene que quedar mejor de lo que estaba, porque a nosotros este desastre nos tiene que servir para aprender cómo hacer las cosas con más garantías y para mejorar las soluciones».
La restauraciónAl ser consultados por la posibilidad de que la restauración esté concluida a mediados de 2026, ambos profesionales apelan de nuevo a la prudencia en los tiempos. Esa labor de reconstrucción contemplará las cubiertas (restauradas hace unos seis años) de la capilla de San Nicolás; del vestíbulo de la puerta de San Nicolás; de la capilla de la Anunciación, donde también se reconstruirá la única bóveda colapsada («esa también es una obra relativamente complicada», reconoce Gabriel Rebollo), y la cubierta de la capilla del Espíritu Santo.
El equipo estudia qué hacer con una columna ubicada en el vestíbulo de la puerta de San Nicolás, que ha sido «muy, muy, muy dañada» por el fuego en palabras de este arquitecto. Además, contemplará la restauración de muros; paredes; policromía; enlucidos; retablos o pinturas, y otras intervenciones como la recuperación de la instalación eléctrica; la iluminación; equipos como los altavoces o detectores de incendios.
«Cada vez asume más riesgos»De esta forma, Gabriel Ruiz afirma que «el edificio cada vez asume más riesgos, porque cada vez hay más instalaciones eléctricas», aunque «la preocupación y la insistencia en la mejora continuada de los sistemas de detección y de extinción son casi obsesivas para el Cabildo».
En la misma línea, Gabriel Rebollo recuerda que «el valor del edificio está no solo en lo que vemos, sino en su sistema constructivo, en los materiales con los que está hecho», y esto obliga a sus conservadores a trabajar con los mismos materiales con los que fue construido. Por ello, «tenemos cantidades enormes de madera por metro cuadrado», explica, lo que convierte a la Mezquita-Catedral en «un edificio frágil».
Ambos expertos auguran que el incendio no dejará huella en el templo. «Dejará la huella que nosotros queramos. En algún sitio pondremos alguna nota o algún resto para decir ‘este resto proviene del incendio del 8 de agosto de 2025’. La gente no notará que ha habido un incendio», destaca Gabriel Ruiz.
«No se ha perdido nada de Hernán Ruiz, lo que se ha perdido es de Rebollo Ruiz y eso lo rehacemos inmediatamente», apunta con una sonrisa. En este sentido, avanza que «lo vamos a restaurar como estaba, pero mejorado técnicamente».
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