De los cuatro hijos que tuvo Pablo Picasso (Paulo, Maya, Claude y Paloma), Paloma Ruiz-Picasso es la única que sigue viva. Convertida en la nueva administradora de su legado artístico al frente de Picasso Succesion, la también diseñadora de joyas ha querido rendir homenaje a su hermano Claude y su madre Françoise Gilot, ambos recientemente fallecidos, impulsando una exposición que reúne obras de arte, fotografías, recuerdos y juguetes en el Museu Picasso, ‘Créixer entre dos artistes’. Por primera vez, el museo barcelonés acoge la obra de Gilot y expone numerosas obras suyas inéditas en España.
Ha sido usted la impulsora de la exposición ‘Créixer entre dos artistes’. ¿Por qué ahora?
Hace dos años mi madre falleció. Solo tres meses después lo hizo Claude, mi hermano. Fue duro. Yo veía que iba a perder a los dos, pero no sabía a quién antes. Fue complicado y, la verdad, muy angustiante. No solo el hecho de perderlos, sino de gestionar la pérdida del otro entre ambos. La exposición es un homenaje a los tres: mi madre, mi padre y mi hermano.
Es como una carta de amor a “la infancia encantada” en La Galloise, la casa de Vallauris, en el sur de Francia, donde vivieron hasta que su padre y su madre se separaron en 1953. ¿Cómo fueron aquellos años?
Mis padres se separaron cuando yo tenía 4 años. Tengo recuerdos de cuando era muy pequeña, de mi padre y de mi madre, pero de los dos juntos no. Ellos nunca hablaron mal del otro. Y eso es un regalo que todos los padres que se divorcian tendrían que tener en mente. Sé que soy muy afortunada porque muchos hijos escuchan el padre quejarse de la madre o a la madre que se queja del padre y eso Claude y yo nunca lo tuvimos que sufrir.
¿Qué vida llevaban de niños?
Dos vidas bastante similares porque los dos, mi madre y mi padre, eran pintores, artistas. Mi padre tenía más medios, pero aun así siempre llevó una vida muy simple. Que tuviese un castillo no significa que viviésemos como duques o princesas. Había una coherencia entre las dos vidas y pasábamos de una cosa a la otra, con toda la calma posible. Cuando terminaba la escuela, esa misma noche cogíamos el tren de París hacia el sur de Francia para las vacaciones.
¿Cuándo se dio realmente cuenta de quién era su padre?
Muy pronto, de niña. Íbamos a tomar un helado a una terraza con él y se formaba una nube de fotógrafos imposible alrededor de nuestra mesa. Una vez estaba a poca distancia Brigitte Bardot, que también tenía una nube de fotógrafos. Pero la nuestra era más grande. Entendí muy pronto que mi padre era como una estrella del rock’n’roll.
Paloma Picasso, hija de Pablo Picasso, fotografiada en el Hotel Majestic de Barcelona. / Marc Asensio Clupes / EPC
Su madre fue la única de las parejas que tuvo que le dejó y años más tarde, en 1964, publicó ‘Mi vida con Picasso’, unas memorias de la década que pasaron juntos. ¿Aquello afectó a la relación?
En realidad las cosas ya eran un poco complicadas. Pero no lo considero un libro contra Picasso. Es un libro que demuestra que es un persona humana, con sus defectos. Todo el mundo los tiene. Mi madre era una mujer muy lúcida. Es difícil ser la hija de Picasso, pero diría que es mucho más serlo de Françoise Gilot.
Unos meses antes de fallecer su hermano, Claude, pasó a dirigir Picasso Succesion, que gestiona un legado milmillonario. ¿Sintió vértigo?
Es un trabajo enorme. Una amiga mía me preguntó: ¿qué porcentaje de tu tiempo vas a tener que dedicarle? Yo le contesté que un 20%. Ella me dijo: estás loca, como mínimo un 40% o un 60%. Ahora te diría que está siendo un 120%. Es todo muy intenso. En otro momento de mi vida, más joven, cuando empezaba mi carrera, no habría podido hacerlo. Pero ahora sí. Claude y yo tenemos el mismo punto de vista sobre lo que un artista necesita.
¿Qué necesita?
Picasso es el artista más reproducido del mundo. Y si hay que empujar para que las leyes cambien de un modo u otro, generalmente somos nosotros los que lo hacemos porque somos fuertes. Recibimos muchas propuestas, algunas estúpidas, otras no. Aceptamos un mínimo de comercialización para poder pelearnos con gente que está usando su obra de forma fraudulenta.
Paloma Picasso, hija de Pablo Picasso, fotografiada en el Hotel Majestic de Barcelona. / Marc Asensio Clupes / EPC
¿Qué postura tiene respecto a la IA?
Es una pelea que no se puede ganar. Aquellos contra los que luchamos son mucho más grandes que nosotros y ya han alimentado mucho a la IA con obras de Picasso. Es un tema muy difícil.
¿Sigue habiendo falsificaciones?
Por supuesto. Muchas, y peleamos contra ellas. La autentificación es una parte importante de nuestro trabajo.
¿Qué ocurrirá en 2043?
Ese año Picasso pasará al dominio público, pero no quiere decir que perdamos totalmente el control de su obra. Es complicado porque en cada país las fechas son distintas y cada uno tiene su legislación. China, por ejemplo, era muy poco respetuosa con los derechos de autor hasta hace poco. No solo con los del arte, también en otras áreas como la ciencia. Pero ahora que ellos están empezando a crear se están dando cuenta de que las cosas sí tienen un valor. Hay gente en China que nos ha estafado tremendamente.
¿Cómo va su faceta de diseñadora de joyas?
Esta Navidad saldrá una nueva colección en Tiffany. Son ya 45 años de relación. Cuando empecé con ellos yo quería firmar solamente como Paloma, pero vi que era imposible porque, hiciera lo que hiciera, el ‘Picasso’ siempre iba a aparecer. Me di cuenta de que lo que tenía que hacer era aceptar que no es mi culpa tener ese apellido. No se lo he robado a nadie.
¿Cuál es su relación con Barcelona?
A España me gustaba venir sin que nadie lo supiera, para conocerla un poco mejor. Pero era registrarme en un hotel y aquello se llenaba de periodistas. Un día me cansé y les dije: os quejáis de que no vengo lo suficiente a España pero, ¿cómo voy a venir si cuando lo hago tengo esperando abajo a una legión de reporteros? A veces, cuando uno ataca el problema directamente, la cosa se calma. Anoche cené con el alcalde de Barcelona, me contó que la ciudad va a tener un nuevo Museo Thyssen, me parece un proyecto muy bonito. Me dio el teléfono de la baronesa, la he invitado a la inauguración.
¿Cómo vivió el centenario de Picasso? Hubo exposiciones en todo el mundo, en algunas se hizo hincapié en su problemática relación con las mujeres.
Decidí hacer algunas entrevistas y hablar sobre el tema. Como se estaba criticándole mucho, lo mejor era afrontar esas críticas, también para desmontar muchas de las de las ideas, como por ejemplo, que era un machista. No creo que lo fuera más que muchos otros hombres de su época. Es cierto que Marie-Thérèse [Walter, con la que Picasso empezó una relación cuando ella tenía 17 años] era muy joven, pero es la única que era tan joven. Mi madre ya era una mujer cuando lo conoció y Jacqueline también. Por supuesto, tenía algunos modos de ser muy machista, pero él y tantos otros. Es muy fácil echarle toda la culpa a él porque es él el que ya no está. Respecto a la exposición de la chica australiana [Hannah Gadsby, la comisaria de ‘It’s Pablo-matic’ en el Brooklyn Museum], creo que ella misma cayó en un error. Organizó una exposición de mujeres artistas pero las obras, en mi opinión, no eran lo suficientemente interesantes para poder demostrar que estaban al nivel de Picasso.
Paloma Picasso, hija de Pablo Picasso, fotografiada en el Hotel Majestic de Barcelona. / Marc Asensio Clupes / EPC
¿Qué tiene Picasso para seguir interesando tanto?
Es el creador más importante del siglo XX. Pero fue el que menos satisfecho estaba consigo mismo. Siempre se puso en cuestión, durante toda su vida. Hay muy pocos ejemplos de artistas que hayan cambiado tanto de estilo, cada 20 años. Y no cambiaba de estilo por cambiar, a veces volvía sobre los mismos temas 20 años después, buscando sin descanso, intentando sacarle el jugo a todo lo que hacía, ya fuera pintura, escultura, grabado, cerámica…
¿Tiene alguna etapa favorita?
No podría, es demasiado. No le haría justicia.
¿Los herederos toman las decisiones de forma conjunta?
Cada uno hace lo que quiere con sus cosas. Desde el primer día. Yo no sé lo que los demás están haciendo. A veces, algunos han expresado su voluntad de que deberíamos hablar más de lo que hacemos, para ser más fuertes. Pero creo que también es muy importante que cada uno haga las cosas tal y como le pasan por la cabeza.
¿Qué le parece el mundo del arte actual?
El arte contemporáneo está al alza, más que nunca en los últimos 15 o 20 años. Creo que es importante interesarse. No quiere decir que te tenga que gustar todo.
El ‘Gernika’ sigue siendo un símbolo contra la guerra. ¿Cómo ve el mundo hoy?
Parece que el hombre no es capaz de vivir en paz. Las cosas tampoco iban muy bien en sus tiempos, pero parece que casi estemos peor hoy. Mi nombre, Paloma, representa la paz. Cada día mueren más niños en Gaza, sin ninguna razón. Y es tremendo porque todo el mundo lo ve, lo sabe, pero cada día mueren más.
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