¿Por qué Franco?
He escrito tanto sobre el siglo XX que esto es una culminación de todo aquello. He escrito libros sobre el franquismo y su sociedad, he coordinado exposiciones que tuvieron miles de visitantes y, paradójicamente, no generaban el ruido que hay ahora. Es una obra de madurez, de mucho tiempo, de búsqueda. Desde 2011 he estado siete cuatrimestres seguidos en Budapest, tres en Viena en la Central European University, dos años enteros en Foreign Study de Princeton y en Ann Arbor, en Michigan. Salgo fuera para aprender y en los últimos años he cogido los frutos. Coincide que el 2025 estaba ahí, pero era más a ver qué pasa. En el año 2022/2023 me voy a Ann Arbor, en la Universidad de Michigan, con un contrato de profesor distinguido solo para investigar y ahí cerré el libro.
¿Qué pretende con esta biografía?
En este libro hay una parte muy importante es ver la relación internacional de Franco, a quién saluda y como al principio el fascismo es el fascismo, como después hay un momento que parece que es un paria, pero lo empiezan a liberar pronto y como Estados Unidos y El Vaticano le dan la bendición a partir de 1953. Al final, entre 1970 y 1975, vienen dos presidentes de Estados Unidos preocupados por el Mediterráneo y por lo que pueda pasar. Ningún político democrático saludó a Franco y él no salió de España, solo a Portugal en 1949 y a Bordighera ver a Mussolini, pasando por la Francia de Vichy. En los últimos años, me he interesado mucho por esto, por Nixon y por Gerald Ford, porque cuando llega Ford han caído las dictaduras portuguesa y griega, y Franco le asegura que no va a pasar lo mismo en España. Schmidt canciller alemán y el socialdemócrata más importante del momento, ya le había advertido a Ford de que la dictadura estaba agonizando. Estos son todos los WikiLeaks y las grabaciones, los audios que los he visto todos desde el punto de vista. Franco le dice el 31 de mayo de 1975 que Alemania es “un país pequeño que le tiene envidia” y que le interesa los países grandes como Estados Unidos. El 1 de octubre de ese año vuelve a decir que todo es una conspiración y vuelve a su principio, a los lazos de sangre. Por el medio habían pasado muchas cosas, tanto dentro como fuera de España.
Hay muchos años que analizar.
Es una biografía de la cuna a la sepultura, con la tradición angloamericana. Menos las primeras 20 páginas, donde sitúo con el telescopio. Hay muchos temas transversales, que voy contando con citas y no me detengo en la narración. Por ejemplo la corrupción, desde el principio hasta el final, o los enemigos de España o la masonería, que fueron obsesiones de Franco. Los libros cuando los escribe un historiador, si es serio, mira todo lo que han escrito los demás y busca fuentes. Nadie inventa nada. Luego está la forma de narrarlo, que sí que lleva mucha preocupación. Como sale en el cincuentenario hay gente que piensa que es por la moda, pero la gente tiene que entender todo lo que hay detrás, el contexto y todo lo que he escrito sobre el siglo XX. El que te quiere insultar va por ahí, porque no se puede agarrar a otra cosa, y si te quiere insultar mucho te dice que el libro lo ha escrito Pedro Sánchez. No hago caso a ese ruido.
Sigue habiendo mucha polémica cuando se habla de la figura de Franco.
Yo he tenido que pedir respeto. Porque nos han acusado, a los miembros del comité científico para el aniversario de la muerte de Franco, de que no habíamos escrito sobre el siglo XX. Yo tengo un libro, Breve historia de España en el siglo XX, que es un manual de referencia en todas las universidades. No puede ser que el periodista actúe como un hooligan.
¿Por qué acaba el volumen en 1975? ¿No hay nada después del franquismo de lo que hablar?
He escrito un libro sobre Franco que acaba en 1975. No escribo un epílogo sobre las memorias, sobre lo difícil que es estudiar la historia de Franco. Nada, nada, no hago ninguna referencia a ello porque lo quería dirigir a chavales jóvenes que se quejan de que no han estudiado la historia de España.
¿Es un libro para adolescentes?
Sí, muchos estudiantes han cogido libros míos. Pero el profesor tiene que hacer de guía. Todos los estudiantes de Historia, cuando tienen 17 años, se acuerdan de que fue alguien a su instituto a darle una charla. Cada vez que me llaman voy a dar clases en ESO o en Bachillerato, porque creo en ello. Luego ves que los profesores han sido alumnos tuyos y dices «Bueno, pues esto vale la pena, ¿no?».
¿Qué se percibe en las aulas al hablar de historia?
Cuando voy yo, respeto, porque me han leído y sus profesores les han explicado. Pero se quejan de que está habiendo un runrún entre los jóvenes sobre la democracia, el autoritarismo o que lo que hizo Franco da igual. Es preocupante, porque es un hilo conductor del mundo. Estamos en un momento de grietas, donde hay fisuras en el mundo. Llevo 15 o 20 años diciendo que la democracia es frágil. A finales del siglo XX nos parecía que habíamos llegado al sumun, que todas las dictaduras habían caído. La historia no se repite, pero tiene rimas y el momento de ahora se compara con períodos de grietas.
¿Es algo que pasa en todo el mundo?
Yo he vivido mucho en Estados Unidos. Y que el hombre más rico del mundo entre con un niño en la Sala Oval, que puede cambiar la información de todo el mundo en cuatro segundos, es romper con los valores. Y que Trump diga que ha recuperado la libertad y que la palabra vuelve al pueblo a Bush hijo, a Obama o a los Clinton en su discurso inaugural es una ruptura con los valores, porque lo dice después del asalto al Congreso. Detrás de los valores y la ética, hay barbarismo. Si viene del país más poderoso del mundo, habrá que preocuparse.
¿Irán los demás países detrás?
He vivido los últimos cuatro meses del año en Austria. Todos conocemos la historia de Austria y ahí no han podido formar Gobierno porque el único que puede es la ultraderecha. Y a ver qué pasa el día 23 en Alemania. He visto durante siete cuatrimestres la evolución de Orban, que es guía de todos los movimientos de ultraderecha. Todo es importante, porque cuando uno escribe el libro no es con la ambición de que lo vea todo el mundo, es con un sueño noble de ser capaz de transmitir con sosiego y análisis la historia.
¿Qué descubre este libro al intentar cumplir ese sueño noble?
Todas las biografías van metiendo cosas. Yo decidí que fueran 400 páginas de texto, el resto es una cronología amplia y una relación bibliográfica. 400 páginas después de leer miles de documentos y de repasar vídeo. Porque nosotros tenemos mucho vídeo de Franco, que no es Julio César, y puedes verlo hablar o caminar. Tienes que jerarquizar el conocimiento y a lo mejor no descubres grandes cosas, pero a nadie se le ocurre en Alemania, cuando sale una buena biografía de Hitler, qué aporta. Hay una mirada telescópica que trato de mostrar por qué Franco llegó a ser militar de infantería y no de la armada, porque la historia hubiera cambiado. No es lo mismo ser marino que infantería. Es un militar y tiene que ver, porque la mayoría de los dictadores europeos no son militares. Es un africanista, un nuevo escenario porque España recibió una franja del norte de África y Franco y su generación ven el continente como un momento para recuperar la historia de España y la grandeza después de la traición del 98. Y da un golpe de Estado con otros, sin ser el principal, pero hay cosas que le ayudan, como la muerte de otros líderes o el asesinato de otros líderes civiles, como Calvo Sotelo o Primo de Rivera.
Y después, comienza la dictadura.
Gana una guerra y está 40 años en el poder. Y hasta 1945, si Franco hubiera muerto, nada sería excepcional en la historia de España. En esas tres décadas que la democracia occidental llega y distribuye beneficios sociales y riqueza, España se lo pierde. Y como dura tanto, su transición es más larga y complicada. Hoy cuando cae un régimen tiránico vemos como todo el mundo se manifiesta, pero aquel 20 de noviembre nadie salió y si se celebró, en privado y sin que se oyera. La parte novedosa es la visión telescópica, la forma en que lo narro, las relaciones con líderes internacionales.
¿Por qué necesitaba Franco que Hitler y Mussolini le hicieran caso?
Franco es un dictador dependiente toda su vida. Primero de los fascismos y luego de las democracias y Estados Unidos, mientras es un dictador todopoderoso en España, donde nadie le tose. Nunca estuvo cerca de que le quitaran el poder, salvo en el 45, lo que es muy sorprendente. Ese hilo conductor está muy bien marcado y a partir del 45 aparece una persona que le susurra al oído, que se llama Carrero Blanco: le dice que el anticomunismo va a ser clave, que nadie le va a echar desde dentro y que la función es la unidad, el orden y aguantar, porque no eran nadie en el mundo. Cuando el 53 llega Estados Unidos y le confirma que va a entrar en la ONU, Franco dice que “por fin ha ganado la guerra civil”.
Pero el franquismo no fue siempre igual durante esos treinta años.
Pasó el 1 de octubre de 1945, en una movilización en la que Franco insulta a las democracias. Ya había hecho algo en el 56, cuando no le dejaron entrar en la ONU, pero dice que le tienen envidia. Pero el fascismo ya quedaba fuera, no se levantaba el brazo. En 1955 a United Press ya le dice que el fascismo y el catolicismo son incompatibles. Que España es un país católico, pese a que había tratado por todos los medios estar con los dos que le habían ayudado a ganar la guerra. A partir del 45, firmado Potsdam, mete a los católicos, que van a durar, siempre está la falange y luego entrará el Opus Dei y los tecnócratas, que dirigen la administración el Estado. El FMI y el Banco Mundial les habían dicho que o hacían algo o se iban a la quiebra.
¿Cómo combinó Franco ese poder absoluto dentro con la debilidad internacional?
La dependencia es muy importante, porque te da apoyo y dinero a cambio de perder soberanía. A Truman no le gustaba Franco, pero le dice a los militares que decidan lo mejor para la estrategia. Franco antes de negociar le dice a los suyos: “Firmen lo que les diga”. Todo lo conjugas y no te aparece un personaje débil, pero es menor comparado con los grandes, que utiliza sus posibilidades siempre. Siempre parece que nunca sabe nada de la represión, de la corrupción o de las partes sucias y la gente se lo cree. Decían que era austero o que no le gustaba la guerra, eso decía su hija. Por ejemplo, Muñoz Grandes dice que algo ha pasado en el Pardo, que antes había cierto aire de austeridad y luego es otra cosa. Nadie se lo dice a Franco, pero a partir del 50, con el matrimonio de su hija con Martínez Bordiú, cambia todo. Carmen vivía aristocratizada, porque Franco fue un monarca sin reino, clarísimamente. Ahí empezó a tener el patrimonio nacional o con las cacerías, que es mucho más que una lonja de contratación. Todo ocurre porque Franco tuvo 30 años para reinventar su pasado.
Habla de su papel como militar, como político… ¿Qué perfil deja Franco para la historia de España?
Sobre todo un dictador. Es un dictador que da un golpe de Estado y aguanta una guerra. Que empieza los ritos de la victoria, que son importantes, con los desfiles, los mártires, la construcción del Valle de los Caídos o el 18 de julio, un país celebrando un golpe de Estado. ¿Es normal que un país durante 40 años celebre el inicio del exterminio de la mitad del país? Franco pasa a la historia como un dictador y si hubiera muerto antes del 45, nadie hubiera dudado como un fascista. Es imposible darle a una persona que está 40 años en el poder tan solo una etiqueta.
¿Nota que hay un resurgimiento de su figura?
La ultraderecha del mundo está viendo a los dictadores fascistas como modernizadores. Pero entre Franco y Hitler y Mussolini hay una diferencia desde el principio. Franco actuó y accionó la radicalización y la violencia desde el primer momento y después descansó. Hitler y Mussolini lo hicieron al revés y después de la segunda guerra mundial nadie podía hablar bien de ellos. El final del franquismo se trata de que tú recuerdes que aquí la Seguridad Social la inventó él, los pantanos y todo. Las partes más infames, se ocultan y te dicen que eso fue la guerra y la posguerra y que no quedaba más remedio.
Usted defiende que Franco logró lo mismo que el resto de las democracias, que lo hicieron sin violencia ni represión. ¿Existió ese milagro económico en el siglo XX?
Claro que existió. El milagro económico de Franco ocurre porque entra capital y es una sociedad en la que no hay sindicatos. Hay un PIB impresionante, lo hemos dicho, pero hay que explicar el porqué, los costes sociales, la dictadura. Y que el turismo viniera, pero hay que ver cómo está el Mediterráneo, que igual no se puede dentro de 30 años. Eso es lo que he intentado, hacer de guía y hacer entender quién fue Franco, con un lenguaje para que se entienda. Si me comparas con Musk, la batalla está perdida.
Cada vez hay más imágenes en redes reivindicando al franquismo, a Primo de Rivera… ¿Cómo puede afectar a la democracia?
Claro que va a afectar. Es una ultraderecha que no deshace: en los años 30 acababan con el Parlamento, hoy lo utilizan. Es una ultraderecha que no acepta la derrota. El asalto al Congreso con la derrota de Trump es no reconocer la derrota. Claro que nos afectará, y mucho. No luchamos contra molinos de viento, sé quién tiene el poder, que son hooligans que van a cambiar el mundo.
¿Se puede hacer algo contra ello?
Lo puede hacer la sociedad civil. Las democracias fuertes las defienden la sociedad civil. Lo que está clarísimo es que los políticos no son los responsables de todo.
El Gobierno de España ha impulsado ese recuerdo a los 50 años sin Franco, pero otros, como el golpista Antonio Tejero, quieren aprovechar para reivindicar su figura. ¿La dualidad puede calar en la sociedad?
El cincuentenario es algo que se celebra en todo, para decir cómo estamos 50 años después. A mí Rajoy me dijo que tenía que mirar al futuro, no al pasado. Soy historiador, no futbolista, ¿de verdad me dices eso? Que se lo diga a mis compañeros de Ciencias de la Antigüedad, a ver qué piensan de que les manden a mirar al futuro. El pasado tiene gestiones políticas y los historiadores no estamos en eso. Si me piden un asesoramiento en algo que sé, lo doy, me da igual el partido político. Si es algo en contra de lo que sé, que ni lo intenten. Por ejemplo, en Aragón se quitó la ley de memoria democrática porque quería Vox y ahora se ha ido del Gobierno. El PP se ha quedado sin ley, que digan si es lo que querían. Deberían estar orgullosos de que en Universidad de Zaragoza haya un grupo especializado en ese período de la historia.
¿Es imposible restituir esa ley?
Lo que está claro es que nadie debería seguir en las cunetas. Todos sabemos que la memoria de los vencedores es abrumadora y sigue ahí. La democracia tiene que tener la dignidad suficiente para abordar su pasado. Nadie practica el hooliganismo desde la academia, pero sí desde la política.
¿Es triste tener que reivindicar la academia?
Lo es.
¿Es algo propio de España o pasa en todos los países?
Ya en todos los sitios. En Estados Unidos ya lo noté la última vez. Eso de que no se podía hablar de ETA en el País Vasco o del Procès en Cataluña, ya pasa en la academia en Estados Unidos.