Ser nieta de Ernest Hemingway es llevar un apellido estelar de la literatura de nuestro tiempo, pero también implica cargar con un dramático legado familiar de crisis mentales y hasta siete suicidios. Mariel Hemingway (California, 1961), actriz y escritora, abre su corazón en esta entrevista en la que apuesta decididamente por disfrutar de la vida haciendo frente a la adversidad. Nominada al Oscar cuando tan solo tenía 16 años por la película ‘Manhattan’ de Woody Allen, Mariel Hemingway visita Madrid invitada por María Díaz de la Cebosa, presidenta de CIS University, para honrar a su familia y reflexionar sobre la salud mental.
Dese muy pequeña, la figura de su abuelo Ernest, fallecido antes de que ella naciera, ha sido una presencia constante en su vida. A través de sus obras, las anécdotas familiares y las fotografías, ha construido una imagen íntima y personal del autor de ‘Por quien doblan las campanas’. Accedió a la verdadera dimensión del apellido Hemingway muy pronto, cuando una simple pregunta sobre su identidad provocó una reacción reveladora en un desconocido. En ese momento, Mariel comenzó a valorar el peso de la herencia familiar. Ahora vive dedicada a ayudar a los demás junto a su pareja, Bobby Williams, quien le enseñó que la solución a los problemas personales está en las decisiones que uno toma y no en gurús de pacotilla ni en las redes sociales que te alejan de la realidad.
-Me gustaría comenzar hablando de su abuelo, Ernest Hemingway. Usted nunca tuvo la oportunidad de tratarle, puesto que falleció cuatro meses antes de su nacimiento. ¿Cómo ha llegado entonces a conocerle?
-Aunque nunca lo conocí en persona, mi abuelo ha sido una presencia constante en mi vida. Siento una profunda conexión con él, casi como si lo hubiera conocido personalmente. Lo he conocido a través de sus escritos, por supuesto, pero también a través de las historias familiares y las fotografías. He sido siempre una Hemingway y cuando era niña no sabía lo que eso significaba.
-¿Cuándo se dio cuenta de lo que significaba pertenecer a la familia Hemingway?
-Era muy joven, iba aún al colegio, y una persona me preguntó cómo me apellidaba. Le dije que Hemingway y su rostro se transformó. Me preguntó si tenía algún parentesco con Ernest Hemingway y le dije que era mi abuelo. La reacción de esa persona me llenó de emoción, pero al compartir la anécdota con mis padres, comprendí el verdadero alcance de nuestro apellido.
-¿Qué le ha impresionado más de él: su vida o su obra?
-Esa es una pregunta difícil. Su vida estaba totalmente entrelazada con su obra y al mismo tiempo su obra es la expresión de su vida. Ambas facetas son fascinantes y, a veces, inquietantes. Pero supongo que es su obra la que resuena más profundamente. Su capacidad para capturar la condición humana, la belleza y la brutalidad, es realmente notable, por no olvidar que fue capaz de crear una nueva forma de escribir con frases limpias que lo decían todo.
-¿Qué es lo que más admira del legado de Hemingway?
-No pienso en legados porque cuando eres parte de la familia no lo haces. Su impacto en la literatura es innegable. Revolucionó la escritura con su prosa sobria y directa. Pero más allá de eso, admiro su valentía para explorar temas y emociones difíciles. No tuvo miedo de adentrarse en la oscuridad de la experiencia humana y eso le ha permitido seguir vivo gracias a toda esa gente que ama su literatura.
-Su abuelo era conocido por ser un gran bebedor, ¿cree usted que bebía en busca de inspiración para escribir?
-Creo que la relación entre su forma de beber y su escritura es compleja. El alcoholismo fue una enfermedad que lo atormentó y, si bien pudo haber alimentado su creatividad en ocasiones, a la larga se volvió destructiva. Creo que bebía para anestesiar sus traumas. Tuvo una relación muy difícil con su madre de pequeño, las guerras también le perturbaron y usaba el alcohol para mitigar su dolor. Eso sí, Ernest Hemingway nunca escribía borracho. Solía escribir por las mañanas y era después cuando bebía sin control.
El alcoholismo fue una enfermedad que lo atormentó -Usted ha sido muy abierta al hablar sobre su historia familiar de problemas mentales y adicciones. ¿Tiene una idea clara de por qué decidió su abuelo quitarse la vida en 1961?
-Es imposible saber con certeza qué lo llevó a ese punto. Estaba lidiando con problemas de salud física y mental, y la presión de su propia fama debe haber sido inmensa. En última instancia, fue un final trágico para una vida brillante pero turbulenta. Cuando estaba en tratamiento para dejar de beber se daba cuenta de que no podía escribir y eso era para lo que él había nacido. Creo que no vio otra salida y todo fue muy trágico.
-Su familia ha vivido, lamentablemente, varios suicidios, de hecho siete, incluyendo el de su hermana Margaux. ¿Cree que hay un componente genético en los problemas con la adicción, las enfermedades mentales y el suicidio dentro de su familia?
-Es innegable que la genética juega un papel en estos temas, y nuestra historia familiar lo demuestra claramente. Pero la genética no es el destino. Los factores ambientales y las decisiones personales también contribuyen significativamente. Uno es siempre capaz de reescribir la trayectoria de su vida. Eso sí, hay que apostar por un estilo de vida saludable. No es fácil de conseguir, pero con práctica y disciplina se puede.
Es innegable que la genética juega un papel en estos temas, y nuestra historia familiar lo demuestra claramente-Su hermana Muffet también luchó contra la esquizofrenia. Crecer en ese ambiente debe haber sido increíblemente difícil para luchar contra sus propios fantasmas, ¿no?
-Desde luego que sí, pero yo no me daba cuenta de que mi familia era diferente. Pensaba que era normal tener una hermana que bebía mucho y otra que tenía brotes de esquizofrenia. Supongo que ver normal esas situaciones era una especie de autoprotección en un momento de mi infancia difícil y marcada por la sombra de la adicción y las enfermedades mentales. Es algo que sigo procesando y de lo que sigo sanando. Ahora espero además poder sanar a otras personas gracias a mi experiencia.
-Usted ha insinuado incluso que su padre pudo haber actuado de manera inapropiada con sus hijas mientras estaba bajo los efectos del alcohol. ¿Es eso cierto?
-Es una afirmación que he corregido. Mi padre era una persona maravillosa marcada por la gran influencia mundial de su gran padre. Además, mi madre no era muy cariñosa con él porque era una mujer que había sufrido mucho. Recuerdo a mi hermana Margaux solicitando la atención de mi padre, y también a mi otra hermana. No puedo decir que actuase inapropiadamente con ellas, pero sí tengo en mi memoria de niña situaciones muy incómodas con ellas.
-¿Cómo ha logrado superar tanta adversidad?
-Ha sido un viaje de toda una vida de autodescubrimiento y sanación. La terapia, la meditación y llevar un estilo de vida saludable han sido cruciales. Lo más importante es que me niego a ser definida por el pasado de mi familia. Hasta bien entrados los 40 años no hacía más que buscar la sanación en alguien. Fui a todo tipo de médicos holísticos, a gurús y me apuntaba a toda clase de supuestas soluciones para mejorar mi salud mental. Sin embargo, cuando conocí a mi pareja, Bobby Williams, todo encajó porque él me enseñó que la solución para mi bienestar estaba dentro de mí. Soy mi mejor médico, mi mejor gurú porque confío en mi.
Soy mi mejor médico, mi mejor gurú porque confío en mi -En lugar de rehuir estos temas difíciles, ha compartido valientemente su historia a través de su escritura. ¿Qué tipo de respuesta ha recibido?
-La respuesta ha sido abrumadoramente positiva. Mucha gente se ha acercado para compartir sus propias historias de lucha y resiliencia. Ha sido increíblemente gratificante saber que no estoy sola y que, al compartir mi verdad, estoy ayudando a otros a encontrar la suya. Todos somos únicos y todos sufrimos penas y si mi historia sirve para ayudar a alguien, me doy por satisfecha.
-¿Qué mensaje de esperanza puede ofrecer a los jóvenes que puedan estar enfrentándose a desafíos similares a los suyos?
-Las redes sociales son un instrumento tecnológico maravilloso, pero no es siempre la realidad. Es más, casi todo es superficial y está bien tener esas redes sociales como forma de entretenimiento, pero de una forma limitada. A los jóvenes los animo a que salgan a la calle, a que conecten con la naturaleza más que con las redes sociales y a que apuesten por hábitos de vida saludable. También les digo si están lidiando con problemas mentales que no están solos. No hay vergüenza en buscar ayuda, ya sea terapia, grupos de apoyo o simplemente hablar con alguien de confianza. Tu historia la escribes tú, y tienes el poder de crear un futuro mejor para ti mismo.
Las redes sociales son un instrumento tecnológico maravilloso, pero no es siempre la realidad-Para terminar, retomando el sentimiento de la película ‘Manhattan’ de Woody Allen, con la que usted fue nominada al Oscar cuando solo tenía 16 años, ¿Sigue teniendo fe en las personas?
-Absolutamente. A pesar del dolor y la oscuridad en el mundo, creo en la bondad inherente a la humanidad. Elijo enfocarme en el amor, la compasión y la resiliencia que veo cada día. Eso es lo que me mantiene en marcha.