Tuvieron que pasar 16 años para que se cumpliera su premonición. «La violencia no tendrá la última palabra», fue la frase que el entonces líder de la oposición y del PP, José María Aznar, pronunció el 20 de abril de 1995 en rueda de prensa justo un día después de que el blindaje de su coche le salvara la vida.
Porque fue ETA la que atentó contra Aznar en la confluencia de las calles Arturo Soria y José Silva de Madrid el 19 de abril de 1995, hace ahora treinta años.
No hay duda de que fue la banda terrorista la que quiso acabar con su vida, pero nunca se supo quiénes colocaron los 35 kilos de amosal y una sustancia multiplicadora del efecto destructor del explosivo en un Fiat Uno aparcado en la calle José Silva.
«Los miserables de los terroristas no van a poner en jaque a esta gran nación, que es la nación española». «No lo han conseguido y, además, no lo van a conseguir por muchas veces que lo vuelvan a intentar; lo que hace falta es que todos trabajemos para que no lo puedan intentar».
Un Audi A8 Quattro blindado era el coche en el que viajaba Aznar con sus escoltas aquella mañana del 19 de abril de 1995. Un blindaje que les salvó la vida, aunque la explosión del coche-bomba hirió a otras 16 personas, tres de ellas de gravedad.
Una de ellas, una vecina de 73 años del barrio cuya vivienda se derrumbó, murió horas después en el hospital tras permanecer en coma.
A Aznar le atendieron en primera instancia en la Clínica Belén, muy próxima al lugar de los hechos. Poco después fue evacuado a la Ruber para observación.
Fue ETA, pero ¿quién?El 21 de septiembre de 1996, el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón sobreseyó el sumario sobre el atentado al no haber sido detenido ninguno de los autores del hecho.
A lo largo de la investigación, el juez y la Fiscalía mantuvieron criterios discrepantes, ya que el ministerio público creía que había indicios suficientes para procesar al etarra Mikel Azurmendi Peñagaricano, alias «Hankas», por su presunta participación en el mismo.
Y es que la Policía halló las huellas de «Hankas» en un automóvil que había protagonizado, meses antes del atentado, un incidente con una patrulla de la Policía Municipal de Madrid (a la que llegaron a robar sus armas reglamentarias) en las inmediaciones del lugar donde después ETA trató de matar a Aznar.
García Castellón consideró que esos indicios no eran suficientes y rechazó el procesamiento de Azurmendi, por lo que la Fiscalía recurrió ante la instancia superior, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.
La conclusión del sumario se produjo después de que el magistrado recibiera de la Policía el informe en el que el comando de ETA que atentó contra Aznar hacía una autocrítica ante la dirección de la banda para justificar su fracaso.
Hoy sigue sin conocerse la identidad de los autores, que huyeron en un vehículo con matrícula falsa y que hicieron explotar después para no dejar huellas.